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jueves, 24 de mayo de 2007

Iswe Letu: El Tiempo Pasa


Son notas que van fluyendo, siempre eternas, de una flauta silenciosa y helada que saluda, irónica, a la mañana.


Corriente que, avasalladora, recorre las profundidades de los lentos termiteros, emergiendo, de pronto, ante el espejo.


Es un río soterrado y gélido, recogiendo, estremecido, el desgarro que produce en la mirada inocente de unos ojos claros.


Indiferente mirada en derredor a todo, fría: a un talle cimbreado que ceñimos o a un tibio y alto seno que, lúbricos, tocamos.


¡Ah!, por fin te has bajado, sorprendido, de ese alto muro al que te tenía atado tu tierna y cándida mirada y que creías eterno.


Igual que la mirada, tiernamente angustiosa, sorprendida de su inocencia, del antílope kobo poco antes de su muerte.


Río helado que, fluyendo, avanza por encima y por debajo en la corriente eterna del volcán humano, hasta apagarlo.


Y nosotros colocamos, en el pentagrama de la vida, las notas heladas de silencio, saludando un mañana que no existe.

lunes, 7 de mayo de 2007

Iswe Letu: ¡Qué hambre de baile tiene!


se ríe de los adornos

Va cantando y bailando, bailando y cantando; y su voz se percibe ya desde muy lejos.--"Sobre la llanura, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." Su belleza, que se ríe de los adornos, parece iluminar los caminos y... ¡qué hambre de negra danza tiene!

Cuando llega al mercado -y este mundo, lo sabéis, es un mercado- no se deja comprar, riéndose además de las que, sentadas, esperan, sin moverse, al futuro comprador. Ella no puede estarse quieta y se pone a cantar y a bailar, a bailar y a cantar:

--"Sobre la llanura, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." --¡Venga, venga!: ¡qué yo vea redondas kolas sobre mis hombros! ¡Y, ese, el barquero: que prepare y traiga su barca! ¡Ah, mi corazón está henchido y dichoso! Y..., ¡vosotros!..., ¡los que compráis amor a cambio de dinero!: ya os lo digo...: viviréis privados de paz toda la vida.

Su belleza, que se ríe de los adornos, deslumbra los caminos y además... ¡qué hambre de danza tan negra tiene!

--"Sobre las llanuras, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." Prosigue ennegreciendo los caminos con su cante y con su baile. Y su voz se oye ya desde muy lejos...

Pero tanta firmeza da mal que pensar. Y no son muchos los que se le acercan confiados.


domingo, 6 de mayo de 2007

Iswe Letu: Ni Pan ni Vino


ni pan ni vino

(para una antología contra el racismo)

Ni tiene pan, ni vino. Kuka es, en medio de las mujeres y del polvo rojo que las circunda, enclenque, escuchimizada, delgadísima, casi enana... Kuka es como una jabalina entre lanzas clavadas en la tierra.

Ha venido caminando durante días, aureolada por el frío, el polvo rojo y las moscas, pues ha sido expulsada de la aldea. Antes gustaba de comer habas egipcias, como las chicas de Astiz; o se deleitaba con la mamiya, como las jóvenes de Erraskin. Pero ahora, no tiene pan, ni vino.

Sin embargo..., ¡ah, sin embargo!... Aunque ha sido atacada por el hielo y la ardiente sequía, como es tiempo fecundo en adivinos (tiempo de tramposo optimismo), sus dientes vienen colmados de una extraña y blanca alegría... E inocente espera.

¡Inocente!... Inocente alegría como caldera de mondongo entre pucheros vacíos... Espera algún acontecimiento... Por eso mira sin cesar, mira continuamente, mira sin tregua, mira con los ojos fijos hacia el confín del horizonte en toda la rosa de los vientos.

Nadie a la redonda. Nada por ninguna parte. Pero espera. Espera y se engaña. No tiene tan siquiera un trozo de pan, ni un trago de vino de palma, ni una gota de agua, que llevarse a la boca.

Además, en ella, todo un bosque por cierto, se ocultan, temblando y sonriendo, los espíritus del miedo...De ese miedo ancestral que sabe elevarse continuamente hacia el azur... Miedo que poco a poco se van adueñando del lugar...

No hay gato montés que se encarame tan ligero, como Kuka, por sus ramas celestiales. Y, parece mentira, pero es la trágica y triste verdad , que no ha comido ni una pizca de alimento en muchos días. Desde que unos hombres, les llamaban monjes, la trajeran de otra aldea, -dicen que liberada de la esclavitud- donde machacaba continuamente el mijo, pero comía. Luego, los hechiceros y sus progenitores y las hambres del entorno la echaron del lugar.

Empero, como ahora es ese tiempo... -para unos, sorprendente y para otros, embustero. Más mentiroso que el lenguaje de estos días... Donde reina por doquier la ensoñación, el sortilegio, el hechizo, el embrujo...

Kuka es todo eso y mucho más: ¡es un milagro!... Por lo que aún palpita su corazón teniendo tibios los miembros... Y sus párpados... ¡ah, sus párpados!... no cubren por completo todavía sus ojos relucientes.

Kuka, es hija y nieta de la Hambre Viva y... del Capital Hambriento.