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viernes, 2 de noviembre de 2012

M. de los Hoyos: Cuadernillo de Escuela.


1. FRONTISPICIO

Me pide Rebeca, antigua alumna del Colegio Público Vicente Aleixandre de Las Navas del Marqués, si quiero contestarle a un cuestionario sobre enseñanza. Está estudiando en Salamanca para maestra de niños. Me viene a ver y acordamos que yo redactaría un texto en el que contestara, mas o menos, según mis experiencias como maestro de niños, a la serie de preguntas que viene en el cuestionario. Texto que trasladaría con mi propia caligrafía a un 'Cuadernillo de Escuela' (así se rotula) 'Testimonios de Vida Escolar'. 'Museo Pedagógico de la Universidad de Salamanca. Escuela Universitaria de Magisterio de Zamora. Campus de Viriato. Zamora'. Así, tal cual, viene la portada del cuadernillo. Mas, como al comenzar a redactarlo, el pulso se me acelera, se me desboca como caballo espantado en pradera, me doy cuenta que no está ya mi mano para trotes y menos para galopes por lo que decido componerlo aparte y que mi querida Rebeca lo copie en el susodicho cuadernillo al que luego yo firmaré y rubricaré.

2. ORGANIZACIÓN DE LA ESCUELA

Yo, José Mª Amigo Zamorano, nacido en Fuentespreadas, pueblo de Tierra del Vino, en la provincia de Zamora, tomé posesión de una escuela en la localidad de Cestona, situada en el llamado Valle del río Urolas, en la provincia de Guipuzcoa. Es decir en las Vascongadas, País Vasco o Euskadi. Pasé, sin solución de continuidad, de recoger remolacha (era octubre de 1968 o 69) a educar niños a cientos de kilómetros de mi lugar de nacimiento. Me sumergí de golpe en el sirimiri, el euskera, la vegetación siempre verde (o eso me pareció), las fábricas, los talleres, los hoteles y los balnearios. Por allí anduvo de médico el insigne escritor Pío Baroja. Pero él era de allí. En su novela 'César o nada' lo recuerda. Y en otros textos. 

El choque fue brutal. Para mi. De repente descubrí España. La España real. No la de los libros. Y me encontré con niños. Niños reunidos en un aula. ¿Cuantos? Muchos... 40, 50... No recuerdo. En la mesa del aula pluma, tintero, carpeta... ¡ah! y una vara... flexible... Los niños me miraban. ¿Qué hacer? Para tranquilizarme cogí la tiza y escribí en el encerado numerosas operaciones, bastantes, de diferentes dificultad pues había niños de varios niveles. Lo hice para que me dieran tiempo a atender a alumnos mas retrasados. No funcionó la táctica. Mi inexperiencia se dio de bruces con la realidad escolar: casi al momento una fila de niños esperaba a que le viera las tareas ya hechas. ¡Qué desesperación! A trancas y barrancas continué la jornada escolar. 

Luego caí en la rutina. 

Un día, leyendo a Pío Baroja, me di cuenta que estaba llevando a cabo las tareas escolares lo mismo que había visto hacer en la escuela de mi pueblo. Es decir: la Escuela Normal Superior de Zamora no me había enseñado nada. Había pasado como pasa la luz por un cristal: sin romperlo ni mancharlo.

Recuerdo que leí, muy a menudo, a Baroja. Entonces. Contaba, en una de sus obras, sobre un maestro que hablaba muy alto, a veces a grito pelado; los niños llegaban a la conclusión de que estaba enfadado; sin saber el por qué; les contaba cosas de La Mancha y sus viñedos; pero lo que ellos querían era que les hablara del mar y de las aventuras de la pesca del bacalao en Terranova. En ocasiones les daba con la vara en las manos. 

No llegué a pegar nunca, jamás, a ningún niño. Y no se me olvida que leyendo a este escritor vasco un día tiré la vara por la ventana. Y nunca, jamás, volvió a tener mi mesa un objeto parecido. Modestia aparte creo que no lo hice mal. Lo hubiera hecho mejor con 20 o 25 alumnos por aula y con jornada completa para así poder dedicarme mejor a preparar la clase del día siguiente. O para mi cultivo espiritual, o para aprender euskera... 

Sobre la importancia del euskera debo contar un suceso: estando en Cestona de maestro vino un niño a mediados de curso desde un caserío. Su padre o su madre habían estado en la cárcel no recuerdo por qué causa y los abuelos no quisieron llevarlo a la escuela. Le pregunté que cómo se llamaba y él respondía: 

-¿Zer? (Qué) 

Yo insistía y el niño erre que erre: 

-¿Zer? (Qué)

Como no le entendía me cabreaba, me enfadaba, me enfurecía y levantaba la voz y gritaba y la cara se me volvía roja como un tomate. Supongo que igual que al dómine descrito por Don Pío. De repente me dice un niño:

-Maisua (maestro en euskera) dígale, ¿Nola izena? 

Eso hice. El niño, que debía estar aterrorizado, se abrió en una sonrisa contestando:

-¡Jon! 

3. ALUMNADO

Debo referirme a los alumnos con necesidades educativas especiales de si deben estar en el centro común o en otro tipo de escuelas. Veamos: es muy hermoso, si, y políticamente correcto, también, afirmar que deben de recibir enseñanza en el centro y hasta en el aula. Queda guay. Seguro. Pero... siempre que el educador o la educadora, o los maestros o maestras del centro tengan conocimientos enciclopédicos y estén preparadísimos. De lo contrario es una actitud demagógica de la que salen perdiendo esos educandos singulares que deberían ser educados en centros especializados. En numerosas ocasiones tales planteamientos obedecen a objetivos inconfesables. Recuerdo que, en Guipuzcoa, durante una temporada se habló mucho de esa manera de educar no discriminadora e integradora (así se decía) escondiendo los planes que una institución bancaria tenía de vender locales en los que se educaba  a diversos colectivos de alumnos singulares, ya fueran con distintos síndromes y hasta niños invidentes o sordomudos. Pero entiéndase que, esa educación en común cuando el centro no tiene profesorado, es una forma poética de ver la vida escolar pero con un contenido alarmante: dejar analfabetos a esos individuos.

A lo largo de mi vida de maestro no siempre se habló de derechos y deberes de los alumnos. Son conceptos recientes. Incluso en otros tiempos no se diferenció al niño de los adultos. La enseñanza era la vida y a todos los trataba por igual. Yo estudié en el franquismo, en la dictadura franquista. Comencé a ejercer en las postrimerías de ella. Ni en los libros de textos de la Escuela Normal Superior de Maestros de Zamora, ni luego en el ambiente de los enseñantes se hablaba de derechos o deberes. Si acaso de deberes. Se daba por sentado que, en el aula, había unos niños, los alumnos, que obedecían y un señor, el maestro, sentado ante una mesa y en un estrado superior, quien mandaba. Este, además, impartía la lección, hablaba y hablaba, como si todo él fuera un cangilón lleno de agua riquisima y los niños recipientes vacíos dispuestos a llenarse del chorro de ciencia que la noria franquista derramaba por boca del maestro. Esa era la situación.

Y los que estudiábamos para enseñantes éramos considerados igual de vacíos. Un  ejemplo: un profesor, que enseñaba francés, sin saberlo, se dedicaba a mostrarnos su supina ignorancia, que el creía sapiencia, cada vez que le daba la gana; una vez se puso a hablarnos del escritor Angel Ganivet; al respecto decía que se suicidó arrojándose al río que pasaba por Helsinki; yo le murmuré a mi compañero de mesa:

-Se mató en Riga.

Y este replica:

-No sé quien fue ese escritor, ni si se quitó la vida; pero lo que sé es que por Helsinki no pasa ningún río.

Pero nos callamos. ¡Cualquiera levantaba la voz!

Así estaba diseñado el tinglado. De manera que si el alumno no salía adelante, la responsabilidad yacía solamente en él, que, por alguna causa, el vaso no se llenaba de sabiduría: tendría una grieta por donde se iba el líquido, o era de naturaleza impermeable y no se dejaba impregnar. Vamos, un caso perdido.

Mas yo me salí de la norma. Como muchos miles de maestros. Un día, por esas ganas de saber, de indagar, alguien me habló de dos pedagogos de apellido muy parecido: FREINET y FREIRE; uno, el primero, europeo (franco suizo) y el segundo brasileño. La persona que me los presentó, un enseñante euskaldun, había comenzado dando clases en una ikastola y luego se hizo maestro del Estado español; me los mostró de la siguiente manera: íbamos paseando por senderos de unas colinas de Zumaya que daban al mar cántabro quien, como decía Alfonso Grosso en su novela 'Guarnición de silla', era 'demasiado azul prusia, demasiado irisado de sombras y reflejos'; y cogiendo una zagarra (manzana) del suelo me dijo:

-La enseñanza, en FREINET, de esta manzana, sería cogerla, como yo ahora, sopesarla, mirarla, verle su color, morderla para saber de su sabor, olerla...; y en FREIRE sería pensar en la manzana y sobre la manzana.

4. PROFESORADO

Fue el comienzo de mi transformación como educador, en la manera de comportarme frente al hecho escolar. Los niños, desde ese instante, dejaron de ser cuencos vacíos y el maestro trabajaba no sobre la nada sino sobre seres con conocimientos en diversos grados y de los que se podría aprender. Esta revolución mía, después me daría cuenta, no fue nada singular puesto que miles de enseñantes la llevaron a cabo. Tampoco nosotros nadábamos en el vacío, ya que, ahondando en la Historia, como ahondamos, percibimos que éramos herencia de otras épocas históricas de las que nadie nos había hablado; por ejemplo: de la II República; allí los maestros fueron pieza importante en el desarrollo cultural del pueblo; su imagen social fue agigantándose mediante las llamadas 'Misiones Pedagógicas' y su labor ensalzada. Desgraciadamente, eso terminó mal y los educadores, antes elogiados y ensalzados, fueron asesinados por la rebelión militar franquista, represaliados o expulsados del cuerpo. 

Pero nada se va sin dejar huella y las glorias de esa época siguió en la memoria del pueblo que la trasmitió a la generación siguiente. Incluso en zonas de España se mantuvo el espíritu de otro tipo de enseñar, como en Cataluña, en instituciones como la denominada Escuela de Maestros Rosa Sensat cuyos objetivos eran: 1. La difusión de teorías y prácticas pedagógicas orientadas al desarrollo global de la persona, basadas en el respeto por la personalidad del niño y su libertad, y promotoras de la participación activa de los niños en su propio aprendizaje. 2. La formación permanente de los maestros, basada en la experimentación y a la vez en la teoría, siempre pasando por la reflexión individual y colectiva. 3. La consecución de una escuela pública, democrática, laica y arraigada en la realidad del país, con participación activa de todos sus miembros, maestros, padres y alumnos, en la gestión de la escuela y en la definición de la línea pedagógica del centro. 

Principios que yo adquirí y por los que muchos de los maestros republicanos fueron asesinados o represaliados. Personalmente conocí en Zamora a uno que trabajaba de basurero y a otro vendiendo maquinaria agrícola.

Esa imagen social del maestro como eje de la educación del pueblo nunca ha vuelto a tenerla. Tampoco es necesario con tal de que valoren su quehacer, ni mas ni menos que otro trabajador. Ser tratado con dignidad y respeto. No quiere mas que eso. Ya sé que no todos los trabajos tienen la misma importancia y sé que la de maestro es relevante. Por eso los poderosos quieren atarlo corto. El cantautor Patxi Andión resumió esto en una canción, que aun se oye, titulada 'El maestro' y que dice así: 

(Con el alma en una nube / y el cuerpo como un lamento / viene el problema del pueblo /  viene el maestro / el cura cree que es ateo / y el alcalde comunista / y el cabo jefe de puesto / piensa que es un anarquista / le deben 36 meses / del cacareado aumento / y el piensa que no es tan malo / enseñar toreando un sueldo / en el casino del pueblo / nunca le dieron asiento / por no andar politiqueando / ni ser portavoz de cuentos / las buenas gente del pueblo / han escrito al ministerio / y dicen que no esta claro / como piensa este maestro / dicen que lee con los niños / lo que escribio un tal Machado / que anduvo por estos pagos / antes de ser exilado / les habla de lo inombrable / y de otras cosa peores / les lee libros de versos / y no les pone orejones / al explicar cualquier guerra / siempre se muestra remiso / por explicar claramente / quien vencio y fue vencido / nunca fue amigo de fiestas / ni asiste a las reuniones / de las damas postulantes / esposas de los patrones / por estas y otras razones / al fin triunfo el buen criterio / y al terminar el invierno / le relevaron del puesto / y ahora las buenas gentes / tienen tranquilo el sueño / porque han librado a sus hijos / del peligro de un maestro / con el alma en una nube / y el cuerpo como un lamento / se marcha, se marcha / el padre del pueblo / se marcha el maestro.

Se me pregunta, ¿qué aspectos debería contemplar la formación inicial y continua del maestro? La respuesta es clara: debe tener una cultura enciclopédica para dar respuesta rápida a las cuestiones que los alumnos planteen. Si su saber es amplio podrá encauzar el trabajo de los alumnos para que vayan superando las trabas que se alcen en su camino. De lo que se deduce, o deduzco, que debería haber un tutor para casi todas las materias.

5. CONTENIDOS

Antes, creo, no respondí acerca del uso y presencia de las Nuevas Tecnologías en el aula. Pues bien, siempre he sido un defensor acérrimo de los nuevos achiperres que se van inventando. De hecho utilicé la imprenta FREINET (a la que le faltaba, por cierto, la tan española eñe) hoy en día superada, creo yo, por los ordenadores y otros artilugios. Sobre esto tendría que decir que la escuela ha estado muy atrasada y los alumnos a veces superaban a los profesores en el conocimiento del manejo de estos nuevos aparatos. 

Escenas ridículas en institutos se producían y se producen cuando un profesor afirma que al aparato que maneja la falla algo; cuando lo está manipulando, divirtiéndose, desde su reloj digital, un alumno y los compañeros lo saben. Con el descrédito que supone para el profe. 

Bien, en la escuela se deberían, por ejemplo, manejar las calculadoras. Sin olvidar los ejercicios de cálculo mental y el aprendizaje de las tablas de multiplicar. Se pueden compaginar ambas tareas. Como se puede hacer de cuando en cuando una muestra de caligrafía para corregir errores o defectos en la escritura.

Si he dicho que siempre he sido ferviente admirador de las Nuevas Tecnologías, ¿que mas vanguardista, tecnológicamente hablando, que un laboratorio? De modo que he considerado al laboratorio como una herramienta fabulosa de enseñanza. Curiosamente, apenas ha sido utilizado en la escuela. ¿Por qué? Veamos: decía mi profesor de prácticas (había una asignatura que se denominaba así) que la repetición era el alma de la enseñanza; pues bien, retorciendo la frase, descoyuntándola, viene esa repetición a convertirse en alma; así, de no experimentar en clase, de no aparecer nunca en el laboratorio, se sigue que en la escuela se va a continuar repitiendo lo mismo: no se experimenta, no se va al laboratorio; los maestros se sienten ajenos al laboratorio; e ignorantes; ¿para que asomar la cabeza a ese recinto si nada de lo que allí aparece le es cercano, cotidiano?; ¿por donde empezar si los achiperres que aparecen brillantes y pulido en las estanterías les parecen cosa mágica? 

Cierran la puerta y allí siguen impolutos toda la vida. Lugares vírgenes donde jamás se utilizó un aparato. Del poco aprecio al laboratorio puede dar idea el siguiente sucedido: en Azcoitia, otro pueblo del mismo Valle del Urola que ya he citado, la escuela estaba compuesta de tres locales sitos en distintos barrios: uno, donde estaban los cursos superiores y donde tenía vivienda el director y otros maestros; dos aulas en el barrio de Altamira; y unas aulas encima del mercado, junto al río Urola, en pleno centro de la urbe; pues bien, a este último edificio llegó un camión del que unos obreros bajaron una caja enorme y la dejaron junto a la escalera por donde se subía a las aulas. Allí quedó. Se lo comunicamos al director. No dijo nada. Cuando llovía la caja se mojaba. Y en Euskadi llueve bastante. Intrigados, varios maestros urgamos en la caja: tenía mucho serrín y entre él numerosos aparatos. Le dijimos al director que habría que guardar los aparatos para que no se estropearan. Contestación:

-Pero guardarme bien el serrín.

Solo le interesaba el serrín. Para su cocina.

Que la desidia, el desinterés, la dejadez... continuaban años después me lo corroboró una alumna de magisterio de Donostia, que vino a hacer las práctica a mi aula en Irún. Le pregunté si sabía lo del rayo incidente y rayo reflejado. Me contestó que si. Insistí sobre ello diciéndole si los había visto realmente. En un laboratorio. No. Los vio dibujados en el libro de física y se aprendió la definición de memoria. Nunca había ido al laboratorio. Se los mostré y se maravilló.

¿Cuales son las materias fundamentales en la Educación Primaria? Creo que en esto hay una opinión general: el lenguaje y las matemáticas. Mas, para mi, unido a esto pondría el laboratorio, o las experiencias, los ensayos, el conocimiento activo. En el último colegio público donde estuve, el Vicente Aleixandre de Las Navas del Marqués, con otras compañeras y compañeros nos propusimos montar, en los primeros cursos de primaria, un aula de laboratorio. Luego, la vida escolar transcurrió por otros cauces y no se pudo llevar a cabo ese sueño. De todas formas en mi aula hice prácticas divertidas que a los niños y niñas les parecía como cosa de magia: el arcoirís con un prisma o con un espejo metido en el agua, la corriente de aire que se producía a partir del radiador encendido, el fundamento del submarino con un bolígrafo metido en una botella llena de agua, el aumento del volumen del aire mediante calor, la germinación de las plantas, el acuario, o jaulas con pájaros, la electricidad estática...

6. METODOLOGÍA, RELACIÓN CON LOS PADRES Y EN RELACIÓN AL OFICIO DE MAESTRO

La metodología nace de las enseñanzas de Celestin FREINET. Lo que denominamos enseñanza activa. Así, incorporé en clase el texto libre, la asamblea y, durante un tiempo, mantuve correspondencia escolar con una clase de Alberique, pueblo de Valencia. Lo hice a mi aire. Ese fue el error, pues para que una escuela de este tipo triunfe deben estar involucrados todos los sectores escolares: padres, profesores y alumnos. Lo que mas pude obtener fue en Irún: el claustro aprobó que durante quince días se hiciera enseñanza activa fuera del aula: visitamos caserios, invernaderos, las calles del barrio, el ayuntamiento... 

Conclusión: habíamos perdido 15 de días de programación. Un parche. 

¿Por qué? Dentro del aula el profesorado lo domina todo; conoce cada grieta, cada mancha, cada raya, cada frase escrita... Fuera, no domina nada o poco. La vida se le escapa, corre libre. Los alumnos preguntan y no tiene respuestas. 

-¿Como se llama el hoyo que tienen los árboles de las aceras a su alrededor? 

No sabe que se llama alcorque. Y para mas inri, no sabe responder que no sabe. Además, no ha sido educado en una enseñanza activa y libre. Y en el exterior, la vida, sin ataduras, lo domina todo. No se deja aprisionar entre cuatro paredes. Experiencia escolar fracasada. Punto y aparte.

No obstante, un servidor, siguió con sus textos libres, con su asamblea, con su enseñanza activa hasta donde podía. Por ejemplo: nos acercamos hasta un arroyo para, entre otras actividades, medir la velocidad de la corriente;  o analizábamos el ojo humano mediante la disección de un ojo de buey en el laboratorio, estudiamos la mantis religiosa, los tritones, los renacuajos...

Las clases una veces salían muy bien. Otras, se notaba en el ambiente, habían salido mal. 

Y esa fue una asignatura, para mi, nunca superada. No supe investigar en la escuela. Me explico: había días que llegaban las cinco de tarde y a todos nos sorprendía trabajando a gusto. Otros días deseábamos que la clase acabara pronto pues se nos hacía cuesta arriba. 

¿Qué es lo que habíamos hecho bien y que habíamos hecho mal? 

Una vez se lo pregunté a un inspector; lo conocía porque había estado de maestro en Cestona; por cierto, después fue Delegado Provincial; no recuerdo el nombre; era poeta que firmaba: 'yo, el vasco de Navarra'; tuve una cierta amistad; cosa rara en mi que a los inspectores los he visto como policías. Este inspector del que hablo me recomendó un libro. 'Investigación en la escuela' se titulaba si mal no recuerdo. Era del Movimiento Cooperativo de la Escuela Popular de Italia. No recuerdo ni el autor ni la editorial. En él venía un ejemplo: un niño dibujaba muy bien en la pizarra. Mas, por lo que fuese, dejó de hacerlo. No quería salir al encerado. Consultó a la dirección de la cooperativa. Un día llegó a su escuela un maestro de reconocido prestigio y le planteó el problema. Este le hizo unas preguntas y miró en el diario escolar del maestro. Concluyó: 

-Has machacado al niño. 

-¿Por qué? 

-Verás: un día salió a dibujar y, por lo que leo en tu diario, alguien le dijo que la cabeza del perro que había dibujado era muy grande;  otro criticó el sol por ser pequeño; mas otro de sus compañeros advierte que el árbol era mas grande que las montañas... Se ha sentido aplastado y por eso no quiere salir a dibujar. 

-¿Qué hago?

-Le obligas a dibujar y cuando termine ensalzas un aspecto del dibujo. Seguro que das pie a que otros niños alaben otros aspectos del dibujo. O su colorido.

Bien por el ejemplo. El problema que tuve yo es que no había maestros de prestigio que se llegaran  hasta mi clase para explicarme que es lo que había hecho bien o mal para poder avanzar y no volver a tropezar en la misma piedra. El movimiento cooperativo si tenía a maestros dispuestos a ayudar a otros. Nosotros no. ¿Inspectores? Venían poco y cuando lo hacían era en misión burocrática o represiva o como comisarios políticos del gobierno de turno. De modo que me quedé sin saber el por qué me había salido un día la clase de maravilla y otro malísima del averno. Y, claro, uno no avanza todo lo que debe avanzar en su profesión. 

O eso me ocurrió a mi.
__________
FOTO: Celestin Freinet junto a unos alumnos

martes, 10 de noviembre de 2009

José Mª Amigo Zamorano: Recordando a Eusebio García Luengo

Al recortarnos el bigote ante el espejo, un bigote blanco, nada simétrico, porque por una parte caen los pelos sumisos y por la otra se encrespan rebeldes; al recortarnos el bigote, decimos, nos hemos acordado del viejo escritor García Luengo (D. Eusebio) ¿Por qué? Bueno, porque tenía una barba de varios días que durante toda su vida se recortó él, sin que nunca fuera al barbero; Porque tenía una barba también insumisa; porque conversamos, aquí, en Las Navas del Marqués, durante más de 15 años, todos los veranos; porque sus charlas, sus palabras, sus observaciones, sus recuerdos, desembocaron, por nuestra parte, en amistad, en querencia; porque nos acordamos de él...

(Aquí hacemos un aparte; ¿nos consideraba don Eusebio García Luengo sus amigos?... No sabríamos afirmar que fuera recíproca esa amistad; aunque esto necesitaría algunas palabras mas por añadidura; veamos: nunca mostró un rechazo, la menor animadversión, ningún atisbo de malquerencia hacia nosotros, pero, a la edad que lo conocimos, ya con 80 años, alejado de la vida literaria y después de haber luchado tanto, vivido tanto, haber conocido a tantas personas, ser de verbo fácil, pues le gustaba hablar... no podríamos asegurar asegurar, rotundamente, que nos tuviera por amigos... sería muy arriesgado declararlo. Creemos que si. Y muestras contrarias no tenemos. Pero, como hijos de campesinos, tímidos como el propio D. Eusebio y rencos además, que se le va a hacer la culpa fue de la poliomielitis, somos desconfiados. Y de todas maneras ya no lo podremos averiguar si nos tenía por amigos, no podremos preguntárselo pues murió en el 2003 a los 93 años de edad. Dulcemente, al parecer. En la cama, de su casa de la calle Ibiza de Madrid. Y además hubiéra sido inútil, pues tenía tantas conchas o más que los galápagos, y como él decía, era tan cobarde que para no tener un enemigo más, se habría envuelto en palabras de las que no se iba a salir nunca, ¡jamás!, lo asediaras por donde lo asediases. Sin embargo, alguna consideración si que debió de tener con nosotros, aunque solo fuera porque le hicimos varios homenajes, uno con categoría de nacional, a su labor literaria y nunca, jamás, mostró rechazo alguno a estos propósitos nuestros.

Como él decía, lo dimos a conocer.
.
-Me has hecho popular.
.
En esas palabras había cierta verdad y mucha ironía, ya que estaba harto de que lo conocieran. En toda España. Pero, si, efectivamente, lo presentamos ante un numeroso público de veraneantes y gentes naveras, quienes, sorprendidos, descubrían que bajo la apariencia de un mendigo se escondía un hombre sabio, culto, de conversación agradable y fluida, sugestiva y atrayente.

Decíamos, apariencia de mendigo, o vagabundo, o pordiosero... Y si, la tenía. Cuerpo delgado, encorbado, con cayado, cara amojamada, con barba de varios días, cada pelo por su parte, cabello blanco, gorra de plato, ropas demasiado amplias, como de prestado, unos zapatos largos, desgastados, sin lustrar, demasiado grandes para él, quizás. Todo llevaba a la conclusión de que estábamos ante un pobre de solemnidad. Si a eso le añadimos las manchas en la pechera, o en otras partes del cuerpo, corroboraba aun más esa primera impresión. Hasta él nos dijo que, una vez, le dieron unas monedas como limosna. Y como viera que por mucha explicación que les dio los que depositaron la limosna no parecían escucharlo... se guardó 'las perras' y siguió andando.

Esa apariencia de mendigo, o vagabundo, o desarrapado, o... o también marginado, desvalido, débil, indefenso... llevaba a ciertas personas a acercase a él con ánimo conmiserativo. Nos contaba, al respecto, que, la calle Ibiza, donde tenía su residencia habitual, tiene un bulevard al que acudía muy a menudo sentándose, muchos ratos, en los bancos de ese paseo. A gastar el tiempo y a ver 'pasar al personal, como dicen en Madrid'. Explicaba sus numerosos paseos por la calle porque padecía de claustrofobia...
Bueno, sigamos con lo que les queríamos contar: se dio cuenta de que hacía varios días una señora, al pasar cerca del banco donde estaba sentado, lo miraba con cierto interés. Y ya, un día, se acercó interesándose por él: que de dónde era, que si se encontraba solo, que si necesitaba ayuda... D. Eusebio García Luengo, muy amable, le contestó que no, que no se encontraba solo, que vivía con un hijo y que más allá, y don Eusebio le señaló en una dirección de la calle Ibiza, vivía otro hijo, que no, que no era madrileño, que era de Puebla de Alcocer, un pueblo extremeño de la provincia de Badajoz, pero que llevaba viviendo en Madrid muchísimos años.

-Y vivo, ahí, en frente. Ahí vivo. Ahí tiene usted su casa, señora. Verá usted, si salgo fuera, a la calle, si me ve usted, aquí, tan a menudo, es porque padezco de claustrofobia.

La señora lo miró e hizo un gesto extraño.

-¿Padece usted de claustrofobia?...
.
-Si, señora. Soy claustrofóbico
.
La señora se fue separando poco a poco del escritor y...
.
-'Juyó'. 'Juyó' como alma que lleva el diablo... -nos decía Don Eusebio- ¿Qué pensaría esa buena mujer acerca de la 'claustrofobia?... Y si, reconozco 'mi torpe aliño indumentario', dicho con palabras de Machado (D. Antonio) Pero... solo ahora; antes... antes yo era muy elegante, distinguido y señorito. Modesto, pero señorito.

lunes, 5 de octubre de 2009

Fernando Isaac Cardoso y el Vino

Nos dedica, ahora, nuestro amigo, Antonio J. Escudero Ríos, este libro 'Utilidades del agua y de la nieve, del beber frío y caliente' de Fernando Isaac Cardoso. Es un libro reeditado por 'Hebraica edicciones'. En edición facsímil de la de 1637. Sacada en el 2003. Un poco tarde esta dedicatoria.
Pero que agradecemos.

En su presentación, Jacobo Israel Garzón, quien, según separata que firma nuestro amigo Antonio, es presidente de la Comunidad Judía de Madrid, nos dice:


"Fernando Cardoso debió nacer en 1603 o 1604 en Trancoso, en la Beira portuguesa, población próxima a Celorico da Beira, en el seno de una familia de cristianos nuevos que seguramente conservaron algún tipo de judaismo. En esa misma región nacieron por esa misma época más o menos algunos de los más prominentes personajes del marranismo ilustrado del siglo XVII, como Rodrigo Méndez Silva, famoso por sus estudios genealógicos, Miguel Silveyra, poeta y matemático, y el erudito Tomás de Pinedo, pariente del anterior, nombres qque avalan la existencia de una comunidad judeoconversa culta y muy probablemente adinerada."

No vamos a tratar para nada de la obra, cualquier interesado puede hallar referencias en Internet mejor explicadas de lo que nosotros pudiéramos decir. Tampoco nos vamos a detener en la biografía del autor ya que en Wikipedia, por ejemplo, puede leerse muy bien redactada una. Solo queremos dar testimonio de esta dedicatoria de nuestro amigo. Y de paso, ya que es un libro sobre el agua, dejar constancia de que el autor no tiene más remedio que referirse, un poco, sobre el vino. Lo que nos ha alegrado.

Además, y lo queremos destacar, tanto elogio del agua, tanto elogio, sin una palabra piadosa acerca del vino nos hace temer que no es muy muy científica. Aunque solo sea porque el vino también tiene una cierta cantidad de agua.
De modo que el autor se ve obligado a decir, por ejemplo:


"No se me olvida el decir Horacio, que las Musas huelen a vino de mañana, y que Aristófanes, Alceo, y Enio nunca hacían buenos versos si primero a la vena no calentaba el vino. Lo mismo usaba Anacreonte, si bien le salió caro el gusto, pues bebiendo se ahogó con un grano de uva. (¡Vaya por Dios!) Las Romanas igual castigo recibían en el vino y en el adulterio. Las mujeres de Marsella y las de Mileto eran engrandecidas por aguadas..."



Y así sigue el Cardoso erre que erre contra el vino. Esperemos que Yavé o Jehová lo haya perdonado. Nosotros ya lo hemos hecho bebiéndonos unos tragos del divino vino de Tierra del Vino. De donde somos.


Fdo: José Mª Amigo Zamorano

martes, 13 de mayo de 2008

José Mª Amigo Zamorano: Balconeo necesario en 'Los crímenes del Museo del Prado'

Novela: 'Los crímenes del Museo del Prado'
Autor: Tomás García Yebra

Balconear:
1. tr. Arg. y Ur. Observar los acontecimientos sin participar en ellos.
2. tr. Ur. Examinar una situación.
3. intr. coloq. Arg., Guat., Hond., P. Rico y Ur. Mirar, observar con curiosidad desde un balcón o cualquier otro sitio elevado. U. t. c. tr.

El escritor cuando emprende la redacción de un artículo, relato, ensayo... sabe que tiene que utilizar un lenguaje determinado acorde, claro, con la materia que maneja. Es un problema técnico que se le presenta casi en el primer momento. Hay otros.

En su novela, 'Los crímenes del Museo de Prado', Tomás García Yebra lo toca brevemente, si mal no recordamos, al hablar de cómo narrar una novela de crímenes sin que haya uno sólo muerto. O cómo llevar a cabo el asesinato del narrador. Y si lo hace, qué obstáculos pudiera encontrar a la hora de resolver la desaparición, así porque si, del dios de la narración, ese omnipotente ser que todo lo ve, que todo lo sabe, que es el que nos orienta por entre los vericuetos del alma de los protagonistas de la historia que se está contando.

Ese escoger las palabras adecuadas no es asunto menor, porque nos da el tono general de toda la trama novelada que leemos.

En el caso de la obra citada más arriba, Tomás García Yebra debió darse cuenta enseguida, por encima del entretenimiento de construir una novela, del polvorín que estaba manejando con su pluma: denuncia de turbios asuntos en torno a uno de los emblemas de la cultura nacional española; denuncia de la manipulación informativa a la que estamos sometidos. Ambos temas con suficiente potencia explosiva como para llevarlo por delante y convertirlo en picadillo. Si a esto se le agregan temas artísticos relacionados con Velazquez podría resultar un tocho abstruso de imposible digestión lectora. Metiéndose de hoz y de coz en un pantanoso intríngulis estúpido en el que los lectores tendrían la última decisión: meter el libro en la estantería para que comience el sueño de los justos, en el mejor de los casos.

Si a la hora de ponerse a redactar su novela la orientaba en plan de choque, como los periodistas de investigación, ya no era una novela sino un reportaje periodístico novelado con nombres y apellidos, que también se podía hacer. O lo dirigía como un relato agrio sobre y contra esos negocios tenebrosos; o esos intereses, lógicos pero amorales, de una publicación periódica que, solo y únicamente, tiene por objetivo vender a toda costa poniendo lo que el lector quiere y apartando la veracidad de lo que se cuenta, en aras de recoger la mayor cantidad de pasta gansa. Si se encaminaba por esa vereda, no podía más que llegar al callejón sin salida, que también se puede hacer, de disgustos sin cuento: jucios, amenazas, secuestro de obra, pérdida de empleo...

No. Necesitaba distanciarse, tenía obligación de forrarse de ironía, desenfado, gracia, chispa cordial... una cierta levedad de ser para flotar, como mucho rozar, por encima de tiempos y personas. Reirse de todo, hasta de su misma persona.

Estaba forzado a mirar desde una cierta altura para que la perspectiva transformara a los actores de los desaguisados en gusanitos arrastrándose lo más cómicamente posible. Necesitaba elevarse, flotar, balconear. Para eso tenía que subirse al balcón del cachondeo a fin de que la acritud fuera lo menos ácida posible. Podía corroerle por dentro las entrañas.

Desde el balcón balconeaba. Realizaba un balconeo saltándose edades, épocas, siglos. Conjugar el americanísimo verbo balconear. Y por lo tanto apartar los rostros repelentes de hoy en día de la proximidad de sus ojos.

No por casualidad utiliza, muy a menudo, en su novela, Tomás García Yebra, este término que, como ya hemos dicho, no es precisamente nacido en España.

Ese mirar desde una cierta altura sin involucrase en los acontecimientos era necesario para la buena realización de la novela. Nosotros nos fijamos en esa palabra porque ya hace tiempo compusimos algunos escritos introduciendo americanismos y palabras en desuso, cosa que no es nada apropiado porque te separa del común de las gentes, pero lo hicimos. Aquí una muestra:

"Allá quedó la desequida tierra
y el caz asolvado con barruecos.
Balconeo desde esta silampa
las albas flores del almendro."
 
Pues eso, balconeemos.
 

viernes, 7 de diciembre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Urbano Blanco Cea y su libre determinación

Urbano Blanco Cea envió su último libro 'El Alijar jara en flor'. Ha sido muy amable por su parte.

Y se le agradece. Siempre ha sido muy considero con nosotros, sin que hayamos hecho nada especial.

Presentó el libro de poemas, porque es un libro de poemas, hace unos días en Las Navas del Marqués. Es lógico: El Alijar es una zona del pinar de este pueblo abulense y donde él nació. Uno de los poemas dice:


"La plenitud de la dignidad/se logra en el reconocimiento de los errores/los dioses también se equivocan/mas ignoran como duele el corazón/ y nunca rectifican./No les perturba la muerte/pero necesitan al hombre/pues sin él no existirían/De ahí su envidia."

Es toda una declaración de guerra a las ideas preconcebidas, un asentamiento en la tierra, en el mundo, en su propio ser como Hombre señor del Universo libre de dogmas. "Desconfiad de de dogmas", escribe. Y añade: "no hay cielo sin tierra, sin cuerpo no hay alma". De modo que apartadas las telarañas que impiden el desarrollo libre, abandonadas servidumbres de antaño, ya puede el poeta vivir en paz, reconociendo, eso si, que "esta calma" que siente ahora "debe ser la fe perdida" porque todos nos acordamos del catecismo que nos decía, dogmáticamente, que fe era creer lo que no vimos. Y Urbano quiere tener los sentidos alerta, en pleno rendimiento (incluso quiere dar luz a los ciegos y oído a los sordos) Mediante ellos quiere ver, oír, tocar... Y, sin huir de la muerte, como un cobarde, desea ante todo vivir. Arder con la carne hasta consumirse. Podría decirse que buena parte de sus versos tienen una innegable carga erótica, son casi carnales. Erotismo y carnalidad en la medida en que se refieren a su pueblo; en el que amaneció a los amores.

Nos imaginamos a Urbano Blanco Cea cuando abandona su trabajo, en los madriles, como bibliotecario del ilustre colegio de notarios, camino de Las Navas, que dicen del Marqués, como un emigrante que vuelve cada semana a su patria, a su tierra de pinares. Allí debe evocar un tiempo que se va yendo, pero que lo ha hecho hombre. Efectivamente, allí bebió su primer trago de cerveza, fumó su primer pitillo... y abriría, temblando, su boca al primer amor, al primer beso y a la primer caricia.

Lo ha moldeado este pueblo de Castilla, como ella hace con sus gentes; ya dice el romance que "face a los omes e los gasta". Claro que le ha marcado, como marcan a las personas sus tierras. No hay mas que ver a una persona por la calle para saber que es un emigrante. Tiene algo en todo su ser que lo denuncia como forastero del lugar. Algo de esto constató el gran periodista Kapucinski.

¿Qué es lo que hace inconfundible al forastero? Múltiples factores, siendo, quizá, la mirada nostálgica lo más característico: ese posar los ojos en las cosas que lo rodean, mientras está su mente recordando otros lugares para él más entrañables y que no están ahí.

Urbano, nos atrevemos a decirlo, es un emigrante en Madrid. Por eso comprende a esas gentes venidas de lejos. Y odia, por consiguiente, la xenofobia y el racismo. Así exclama en poema cortísimo:

"¡Negro!/Como tu corazón/¡Negra!/ Como tu alma".

Así de radical. No podía ser de otro modo este poeta que se proclama generoso:

"Es muy sencillo: / cocina para otros/ sé generoso".


Es un principio de vida que le permite caminar por el mundo y morir tranquilo:


"dejadme elegir mi vida y por tanto mi muerte".

Lean, lean a este poeta navero. Nosotros lo hemos hecho y lo hemos visto así, aunque tiene mas facetas y colores. Pero nuestra mirada, siguiendo a Pepe Bergamín, es una mirada subjetiva puesto que, como él decía, no somos objetos.

Lean: "El Alijar jara en flor"; autor: Urbano Blanco Cea; colección: "el toro de granito 36"; dirige: Jacinto Herrero Esteban; ciudad: Ávila.

miércoles, 22 de agosto de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Corrida del Gallo, Añacea del Gallo


Por José Mª Amigo Zamorano

Corrida del Gallo, Añacea del Gallo en Guarrate (Zamora)

La así denominada ‘Corrida del Gallo’ o ‘Fiesta del Gallo’ es digna de ser estudiada por esos que indagan en las tradiciones y costumbres de los pueblos, al estilo de antropólogos como el inglés Bronislav Kasper Malinowski o el español Julio Caro Baroja y otros. Ahora, más urgente porque está desapareciendo, obligada por la disminución alarmante de comunidades campesinas en el mundo entero.

Siempre nos ha obsesionado este festejo de algunos pueblos de la provincia de Zamora (España) que, creemos, es como una preparación o introducción al mundo adulto. Pareciéndonos, quizás nos confundamos, a ceremonias iniciáticas semejantes a las que se celebran en numerosas aldeas africanas rodeándose de ritos secretos, o semisecretos, y algunos dolorosos o sangrientos: recordamos la extirpación del clítoris en las niñas que terminan la pubertad. Aquí ya ha perdido esa aureola secreta, misteriosa, pero guarda un cierto sabor añejo a sangre.
Nosotros, como puede leerse, la hemos rebautizado con una palabra en desuso ‘Añacea’ para darle más antigüedad al asunto: en vez de ‘corrida’ o ‘fiesta’, añacea.

Si no nos falla la memoria creemos recordar que se celebra o celebraba en invierno, apellidándola ‘del gallo’ por ser un elemento primordial de la ceremonia al que todos miran, del que todos hablan y al que todos se dirigen, no en vano anuncia el pronto amanecer con su kikirikí, la apertura de un nuevo día y el fin de las tinieblas donde se fraguan las más tremendas canalladas. Lo llevan a las afueras del pueblo. Y, atado por las patas, lo cuelgan de una cuerda que une dos vigas colocadas a ambos lados de un camino cualquiera. Hacia allá se encaminan, a la caída de la tarde invernal, los habitantes de la comunidad. Luego acuden los quintos. Todos los de la quinta de ese año. Lo hacen a caballo, vestidos de militares y con espada al cinto.
La fiesta, en si, comienza cuando el capitán (el mayor de los jóvenes que entran en quinta) presenta, a los espectadores, desde su caballo, al resto de compañeros. Lo hace en verso. A veces son solo ripios. Pero eso, es lo de menos. Luego de terminada la presentación, le pide a la orquesta (la orquesta son unos pocos músicos que se colocan al lado del camino) que interpreten una pieza mientras ellos cabalgan un buen trecho. De regreso de la primera cabalgada, uno tras otro, los componentes de la quintada, todos a caballo y con espada al cinto, van recitando unas composiciones poéticas llamadas ‘Relaciones’.
(Por cierto, así nombra su Martín Fierro el poeta argentino José Hernández: “Y atiendan la relación / que hace un gaucho perseguido, / que padre y marido ha sido / empeñoso y diligente, / y sin embargo la gente / lo tiene por un bandido”)
El último en declamar su ‘relación’ es el capitán.
La forma de estas ‘relaciones’ se ajusta a cánones predeterminados: en primer lugar enumera (hace una relación) la vida del mozo que, este, quiere destacar, reparte el gallo en trozos, simbólicamente, pues sigue vivito y coleando en la cuerda a pesar de los intentos de cortarle el cuello con las espadas que los caballistas no saben manejar. En el reparto, las partes mejores se la llevan la madre, el padre y la novia (si la tiene): el corazón (generalmente para la madre), los muslos (al padre)...; y las partes peores las personas más detestadas: patas, tripas, plumas...
Las composiciones serán mejores o peores dependiendo del bardo que las escriba. Porque hay o había ciertos campesinos a los que se les daba muy bien eso de componer coplas, tanto que muchos acudían, de varios pueblos a la redonda, para solicitar de sus servicios poéticos.
Si a pesar de la escasa natalidad ha pervivido esta tradicional justa poético caballeresca, se debe a la incorporación de la mujer a la Fiesta del Gallo, a la Corrida del Gallo. Y es que, en este terreno como en otros, la mujer ha metido la cabeza para no volverla a sacar. Se venían de los más alejados núcleos de población hasta el pueblo de sus padres para participar en este festejo de origen iniciático. Con todo, hay que decirlo, el creciente abandono del campo es continuo y hay años que no se puede realizar esta celebración porque solo hay uno o nadie... Por eso decimos que es urgente que se recojan en libros estas fiestas... Que se publique el mayor número de ‘relaciones’... Hurgar en la memoria de las gentes... A lo mejor ya se ha hecho... Nosotros lo ignoramos...
En otro post se pondrá una relación hecha por nosotros.


Del texto: José María Amigo Zamorano


Tomado de: http://senocri.blogcindario.com/2007/08/00065-corrida-del-gallo-fiesta-o-anacea-del-gallo.html

martes, 7 de agosto de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Concha Barbero de Dompablo, camino de la armonía

Una regla científica es sin duda lo que mejor define el libro que vamos a comentar: los cambios cuantitativos conducen a transformaciones cualitativas. Al fin y al cabo es lo que nos viene a contar Concha Barbero de Dompablo. La cual, en su libro, Palabras para el Bienestar (Un camino hacia la armonía y la plenitud vital), que así se rotula el viaje emprendido, hacia ese estado de felicidad, por la autora. Lo inicia con la pregunta "¿Eres feliz?". Una interrogación necesaria que indica de manera transparente, sin engaños, sin subterfugios, que si la respuesta es afirmativa no es necesario adentrarse en las procelosas aguas de su trayectoria. En cambio, si la respuesta que se da es negativa, adquieren relevancia las Palabras para el Bienestar que han de conducir, irremediablemente, al capítulo último: "Vives el ahora. Te encuentras con tu ser".

Pero, que nadie se llame a engaño con eso de utilizar el vocablo 'Palabra', pues no se trata de un hablar por hablar, pura palabrería, no; es, en realidad, la experiencia de la autora con el fin de llenar de contenido su vacío... aunque 'vacío', para ser exactos, no es la palabra adecuada... mas bien de llenarse de otra manera, porque, en puridad, nadie está vacío absolutamente; nadie, nunca, está en pura cáscara...

En fin, lo que la autora necesita es un cambio, un cambio de personalidad, para una transformación, si cabe, del mundo: un mundo que no le gusta y nos lo repite varias veces. Empero que algun@s no se pongan en guardia, a la defensiva, su experiencia vital no va en la dirección de poner patas arriba la estructura y superestructura de la sociedad en la que viven... tan a gustito, no: en absoluto; aunque, bien mirado, si se consigue acceder a ese estadio, el mundo marcharía mucho mejor.

Para esa transformación de ella, de Concha Barbero, es imprescindible arribar a un conocimiento cabal de ella misma, como recomendaba Sócrates con su imperiosa exclamación "¡Conócete a ti mismo!".

Y es aquí donde comienza su viaje, no exento de dificultades, de trampas, de vericuetos que tiene nuestro ser, labrado a lo largo de muchos años, y semejantes, a veces, de callejones sin salida que, solo, la voluntad de la autora consigue traspasar.

Poco a poco va consiguiendo salvar vaches sin cuento, aunque, hay que decirlo todo, no es, en modo alguno, un camino erizado de espinas, ascético, se recomienda no tomárselo a la tremenda; es decir: sin traumas, sin estridencias, sin alaridos... un periplo en derredor de ella misma: limpiando impurezas, arrancando rebabas, desechando vanalidades, apartando lugares comunes, arrinconando contradicciones muy arraigadas en el común de las gentes... Un día, de repente, se notará otra, siendo ella misma. Un paso más allá y las pequeñas estupideces desaparecen, la insustancialidad se volatiliza, la ironía nace, el buen humor se impone. Ella ha cambiado y con ella el entorno, que la envuelve, la arropa, la cubre, la encastilla.

Por eso decíamos al principio que la cantidad deviene en cualidad.

Ya ha llegado al 'Vivir el ahora. Se encuentra con su ser'. Entonces grita, grita de alegría, se emociona, salta, ríe y, sin importarle el qué diran, se pone a bailar sin ton ni son, porque le apetece... Ella es feliz. El mundo es feliz: ha llegado a la Armonía y a la Plenitud Vital y colorín colorado...

Pero no, no es un cuento, es camino para librarnos de contradicciones que se nos adhieren pegajosamente al ser como una lapa; camino para adquirir la coherencia precisa para andar por el mundo con dignidad. Tal vez no nos convenza este modo de ver la realidad, pero es indudable que para ser felices, primero y principalmente, hay conocerse a uno mismo. Este libro nos coloca en el buen sendero.

Lean el libro de Concha Barbero. Además está muy bien escrito. Con palabras llanas. "Llaneza muchacho que toda afectación es mala", nos aconsejaba Cervantes. Pues eso, libro llano. Rara avis en uno primerizo como es este de Concha Barbero de Dompablo.


domingo, 21 de enero de 2007

José Mª Amigo Zamorano: ENTREVISTA A AGUSTÍN GARCÍA CALVO



ENTREVISTA A AGUSTIN GARCÍA CALVO









Mi relación con los amigos ecologistas o verdes es ambigua. Pienso que es más útil el ataque a lo que mata a la naturaleza que su intento de defensa

CERCA DEL TREN, DE AQUEL CAMINO DE HIERRO QUE QUIEREN HACER DE RECUERDO, PASA AGUSTÍN GARCÍA CALVO DÍAS Y ETERNIDADES, ALLÍ DONDE EL LUGAR TOMA EL NOMBRE DE LAS NAVAS DEL MARQUÉS, CHARLAMOS, CON EL SOLO APARENTE HILO INTEGRADOR DE LA VOZ DE AQUEL CUYA OBRA, DISPAR E INQUIETANTE, SOBREVUELA SONORA Y RITMICA A CADA PREGUNTA


Caminar conociendo: A Ud. le gusta el tren. Es un gran defensor de este medio de transporte. Pasa buenas temporadas en Las Navas. ¿Cómo ve la relación tren-Las Navas?


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Las Navas ha quedado en una posición curiosa porque habían querido hacer una especie de estación ejemplar, incluida la calefacción de los andenes por energía solar. No sé en qué habrá quedado todo ello. Desde luego no es de los sitios que hayan quedado abandonados. Mi queja constante es de abandono de grandes tramos de vías por la famosa rentabilidad. Mi lucha contra el auto es lo esencial. La defensa del ferrocarril se vuelve inútil si no se entiende como una lucha frontal contra la imposición de los medios inútiles de trasporte: el auto personal en primer lugar, los camionazos y los autobuses. Una inutilidad que estos medios ya tienen de sobra demostrada (no hace falta más que asomarse al tráfico de Madrid o al de una autovía), pero que siguen imponiéndose y coartando el desarrollo de los medios útiles de trasporte: ferrocarriles urbanos, tranvías, ferrocarriles entre ciudades. Si se hubieran dejado desarrollar, habrían podido llegar, no a Las Navas, que después de todo, queda al paso, sino a cualquier rincón.

Caminar conociendo: Las Bibliotecas se están quedando vacías. Este hecho preocupa hasta a los países del ‘sol de medianoche’, con gran tradición de Bibliotecas…

AGUSTIN GARCÍA CALVO -¿Vacías de adeptos?

Caminar conociendo: De asistentes, de lectores

AGUSTIN GARCÍA CALVO -No de libros, pues la producción es enorme.


Caminar conociendo: De libros hay montones. Solo en Las Navas se reciben de 800 a 1.000 volúmenes al año, enviados por el Centro Coordinador… ¿Qué relación puede tener este hecho, con los Medios de Formación de Masas como Ud. los llama?


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Tiene una relación directa, por supuesto. Sobre todo con el imperio del que está a la cabeza de los Medios de Formación de Masas, la Televisión. Ya desde que se inventó, no servía más que para eso: para la formación de masas. Pero no hay que engañarse en esta lucha, porque muchos a los que oigo hablar de la televisión, como algo que mata la lectura y que, por lo tanto, tendrá la culpa de todo eso. No hay que olvidar que lo que mata la televisión es mucho más importante que la lectura: es la vida misma, es la ocasión de vivir. A la gente se la pone delante del televisor y lo que menos importaría es que no leyera; lo que más importa es que tampoco vive en ninguna otra manera, con la Televisión y con los Medios auxiliares que sirven para el mismo proceso de Formación de Masas. No hay que olvidar que los libros en su tiempo, sirvieron también, un poco, para lo mismo que la Televisión. La gran producción literaria estaba destinada, también, a la corrupción del pueblo y a la Formación de Masas. De manera que yo pienso que la lucha contra los Medios, contra la televisión en primer lugar, debe hacerse en nombre de la vida, y, si después con la vida viene también la curiosidad y por tanto la lectura, pues miel sobre hojuelas.
Pero el problema es más profundo.


Caminar conociendo: En Zamora se ha hecho un acto de desagravio al río Duero en el que Ud. participó. ¿Qué parte de la naturaleza de Las Navas, si es que hay alguna tan degradada, desagraviaría Ud.?


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Mi intervención en ese homenaje que organizaron poetas de Zamora, ese desagravio, fue un poco a contrapelo: fue para decir, sobre todo, que el agravio que la hacían al Duero era el decir que no se podía bañar en él. Cosa que yo demostraba que se podía hacer, aunque fuera entre las espumillas de las fábricas de quesos. Es decir, una intervención contra la Higiene y el Deporte, los dos grandes fantasmas que nos dominan.
Nada de esto tiene una aplicación directa al caso de Las Navas. Es evidente que una gran parte de la vegetación está ya hecha, impuesta de una manera artificial: tipos de pinos resineros que servían en otro tiempo y que ahora ya no sirven. Eso, probablemente, ha costado el abandono de otras formas de vida, sobre todo vegetal, que podían ser, pues no sé, más de abajo, más desde la tierra. Algo podía decirse también, de la Ganadería y su relación con otras formas de vida más salvajes. Sin embargo, mi relación con los amigos ecologistas o verdes, es ambigua y no dejo de decírselo cada vez que tengo ocasión: no hay que pretender poder hacer cosas tales como defender a la Naturaleza, salvar la Fauna o la Flora, porque eso implica creer que se sabe y que se domina la Naturaleza. Yo pienso que siempre es más útil el ataque contra lo que mata, que el intento de defensa; es decir: luchar contra la imposición de los medios de trasporte inútiles, que antes decíamos, luchar contra el atontamiento de la vida por medio de la televisión; así me parece un camino más honrado y más directo. Después, ya la tierra se encargará de hacer lo que pueda.


Caminar conociendo: Un poco al hilo de esto: los campesinos, los ganaderos, se han manifestado por las calles de las grandes ciudades; han caminado por senderos y carreteras; están inquietos por el porvenir; la leche de Las Navas, no hace mucho, era casi una leyenda; ahora apenas quedan ganaderos. ¿Cómo ve el futuro del campo?


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Estoy haciendo un trabajo, aprovechando todos estos acontecimientos que han protagonizado los campesinos, sobre todo para decir que el mal de fondo es la Planificación Nacional y ahora Planificación por el Mercado Central Europeo y cosas por el estilo: que hoy haga hacer a la gente abandonar el ganado de repente, o cambiar de este cultivo al otro o dejar los cultivos recibiendo, a veces, una compensación en dinero. Y esto es lo terrible: lo de la creencia en la Planificación, creer que, efectivamente, se puede planear. Esto implica desconfiar profundamente del ingenio de los campesinos para arreglárselas desde abajo si se les deja. Esta estupidez de la Planificación me parece que debería ser el punto de ataque de cualquier rebelión que pudiera surgir de los campesinos. Por desgracia, no van a ser sus dirigentes, ni los líderes sindicales, los que los lleven por este camino. Por el contrario, los harán perderse, como siempre, en reivindicaciones insignificantes y consabidas.


Caminar conociendo: Cambiando de tercio, como suele decirse: este número de la revista va a estar dedicado mayormente a las LEYENDAS. Al respecto, nos gustaría saber si esconden algún mensaje subliminal, si son reflejo de deseos, de aspiraciones…


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Las leyendas o mitos hay que tomarlas de donde no podemos tomarlas; es decir, antes de la invención de la Escritura. Son, evidentemente, o fueron, o eran, una manera de lenguaje artístico, más o menos desarrollado, que vivía y que costituía tradiciones anteriores a la Cultura, anteriores a la Escritura. De esto quedan recuerdos más o menos vagos. Pero no hay que hacerse ilusiones; porque el mundo que nosotros vivimos, es un mundo histórico, es decir, fundado en al Escritura y donde, por tanto, las Leyendas siempre están como residuos de algo que en otro tiempo pudo haber. Son muy de estimar. Creo que pueden traer algo de la voz del pueblo, descubrimientos del pueblo precientíficos respecto a la Realidad, o a la memoria de la Realidad. Muchas de ellas, todavía, nos suenan de esa manera. Pero por desgracia, lo que a nosotros, hombres leídos y escribidos, nos toca, es intentar romper a través de esta capa de la Escritura y de la conversión de las Leyendas, en Literatura, para tratar de descubrir por debajo de lo Literario de las Leyendas algo que puede haber de más profundo en lo que la voz del pueblo hace.
A veces, algunos, yo mismo, nos dedicamos a esta labor. Pero no hay que olvidar que es la negación o rotura de la Literatura, para poder llegar a lo que pueda sonar de debajo de la Historia, y donde pueda haber un mensaje, en cierto modo, de voz del pueblo, pero de abajo.


Caminar conociendo: No me resisto a preguntarle, en relación con la Historia, su opinión sobre el artículo del yanquiniponito, que daba ya por concluida la Historia.


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Caí en la tentación de publicar en la revista ‘Claves’, hace dos años o cerca, una crítica contra ese artículo, representativo de un Ejecutivo, de un alto Funcionario de Organismos Internacionales. Toda su gracia consistía en que representaba la voz de un alto Ejecutivo. Denunciaba yo allí, en dos palabras, que lo que él llama ‘fin de la Historia’, en realidad lo que quería decir era el triunfo de la Historia para siempre, como si en la intención de un ejecutivo, ya hubiéramos llegado a una situación donde la Política no es mas que Economía, en la que se ha dado satisfacción a ese ideal del Individuo que Ellos tienen, y que no es mas que dinero. Un individuo que es todo dinero. Donde, por tanto, ya no puede haber nada. Bajo la pretensión del ‘Fin de la Historia’, lo que ocultaba en verdad era esto: la pretensión de que la Historia hubiese triunfado. Es contra esto contra lo que, a propósito de las Leyendas, le recordaba que siempre por debajo de la Historia –que nunca está del todo bien hecha, que nunca llega a un triunfo-, quedan ecos, resonancias de algo que no era Historia y que está por debajo que es del pueblo.


Texto: José Mª Amigo Zamorano

Las Navas del Marqués (Barrio de la Estación)
7 de marzo de 1993


(ESTA ENTREVISTA REALIZADA A AGUSTÍN GARCÍA CALVO POR JOSÉ Mª AMIGO ZAMORANO, DIRECTOR DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', APARECIÓ EN Nº 2 DE DICHA REVISTA -DE JUNIO DE 1993- EN LAS PÁGINAS 9-10-11)