Mefistófeles:
Regresamos ahora justamente de España, del bello país del vino y las coplas. (Cantando)
Erase una vez un rey
que tenía una pulga enorme...
Erase una vez un rey
que una gran pulga tenía,
ycual si fuera su hija
la mimaba y la quería.
Un día a su sastre llamó,
y el sastre llegó en seguida
'¡Hazle a mi pulga un vestido;
tómale ya las medidas!'
De terciopelo y de seda,
con su buen golpe de cintas
y su cruz de ellas pendiente,
quedó la pulga vestida,
y la nombró su ministra;
y también a sus hermanas
en la corte recibía.
Mas damas y caballeros
de la corte asaz sufrían,
y ni aun a la propia reina
respetan las muy indinas;
pues la etiqueta, tan rígida,
no permite que allí nadie
se rasque cuando le pica;
al revés que entre nosotros,
que en cuanto nos mortifica
alguna pulga ya estamos
poniéndole la uña encima.
Poniéndole la uña encima.
*
Goethe, Fausto;
escena V, primera parte.
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(*) título nuestro
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