ah gente de poco peso en la comunidad de naciones,
gente humilde, con herencia de crudo y sin bala en la recámara
consumida
como las flores en un lugar de sepulturas
mirad, ¿ois?,
los tambores del exilio despiertan en las fronteras
para alimentar de sones el viento sucio de las arenas
¿escucháis acaso el fuerte grito del dolor?
no importa
el apareamiento de los animales en el bosque
bajo la mirada de los niños
tiene un síntoma claro de placer e indiferencia
y mi pensamiento no se halla lejos de ese traficante
quien, con un vestido caro entre vosotros, se pasea
tomando algunos pelos de la cabeza del sol
con el ánimo de transformarlo en mercancia para el turismo
que luego aparecerá con el derecho de propiedad
impreso en los folletos de su agencia de viajes
llevando más lejos de la vista de vuestros lugares
el robo
a esa gente humilde, con herencia de crudo y sin pistola,
gente de poco precio en el coro internacional
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