viernes, 7 de diciembre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Urbano Blanco Cea y su libre determinación

Urbano Blanco Cea envió su último libro 'El Alijar jara en flor'. Ha sido muy amable por su parte.

Y se le agradece. Siempre ha sido muy considero con nosotros, sin que hayamos hecho nada especial.

Presentó el libro de poemas, porque es un libro de poemas, hace unos días en Las Navas del Marqués. Es lógico: El Alijar es una zona del pinar de este pueblo abulense y donde él nació. Uno de los poemas dice:


"La plenitud de la dignidad/se logra en el reconocimiento de los errores/los dioses también se equivocan/mas ignoran como duele el corazón/ y nunca rectifican./No les perturba la muerte/pero necesitan al hombre/pues sin él no existirían/De ahí su envidia."

Es toda una declaración de guerra a las ideas preconcebidas, un asentamiento en la tierra, en el mundo, en su propio ser como Hombre señor del Universo libre de dogmas. "Desconfiad de de dogmas", escribe. Y añade: "no hay cielo sin tierra, sin cuerpo no hay alma". De modo que apartadas las telarañas que impiden el desarrollo libre, abandonadas servidumbres de antaño, ya puede el poeta vivir en paz, reconociendo, eso si, que "esta calma" que siente ahora "debe ser la fe perdida" porque todos nos acordamos del catecismo que nos decía, dogmáticamente, que fe era creer lo que no vimos. Y Urbano quiere tener los sentidos alerta, en pleno rendimiento (incluso quiere dar luz a los ciegos y oído a los sordos) Mediante ellos quiere ver, oír, tocar... Y, sin huir de la muerte, como un cobarde, desea ante todo vivir. Arder con la carne hasta consumirse. Podría decirse que buena parte de sus versos tienen una innegable carga erótica, son casi carnales. Erotismo y carnalidad en la medida en que se refieren a su pueblo; en el que amaneció a los amores.

Nos imaginamos a Urbano Blanco Cea cuando abandona su trabajo, en los madriles, como bibliotecario del ilustre colegio de notarios, camino de Las Navas, que dicen del Marqués, como un emigrante que vuelve cada semana a su patria, a su tierra de pinares. Allí debe evocar un tiempo que se va yendo, pero que lo ha hecho hombre. Efectivamente, allí bebió su primer trago de cerveza, fumó su primer pitillo... y abriría, temblando, su boca al primer amor, al primer beso y a la primer caricia.

Lo ha moldeado este pueblo de Castilla, como ella hace con sus gentes; ya dice el romance que "face a los omes e los gasta". Claro que le ha marcado, como marcan a las personas sus tierras. No hay mas que ver a una persona por la calle para saber que es un emigrante. Tiene algo en todo su ser que lo denuncia como forastero del lugar. Algo de esto constató el gran periodista Kapucinski.

¿Qué es lo que hace inconfundible al forastero? Múltiples factores, siendo, quizá, la mirada nostálgica lo más característico: ese posar los ojos en las cosas que lo rodean, mientras está su mente recordando otros lugares para él más entrañables y que no están ahí.

Urbano, nos atrevemos a decirlo, es un emigrante en Madrid. Por eso comprende a esas gentes venidas de lejos. Y odia, por consiguiente, la xenofobia y el racismo. Así exclama en poema cortísimo:

"¡Negro!/Como tu corazón/¡Negra!/ Como tu alma".

Así de radical. No podía ser de otro modo este poeta que se proclama generoso:

"Es muy sencillo: / cocina para otros/ sé generoso".


Es un principio de vida que le permite caminar por el mundo y morir tranquilo:


"dejadme elegir mi vida y por tanto mi muerte".

Lean, lean a este poeta navero. Nosotros lo hemos hecho y lo hemos visto así, aunque tiene mas facetas y colores. Pero nuestra mirada, siguiendo a Pepe Bergamín, es una mirada subjetiva puesto que, como él decía, no somos objetos.

Lean: "El Alijar jara en flor"; autor: Urbano Blanco Cea; colección: "el toro de granito 36"; dirige: Jacinto Herrero Esteban; ciudad: Ávila.

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