Aunque algunas veces se afirmara con total certidumbre, no se ha demostrado jamás que la gran mayoría de los esclavos no tuviera ningín concepto de la libertad y fueran, por consiguiente, dichosos, felices. Tales aseveraciones no tenían otra base que de meras conjeturas. La mayor parte de los propietarios creían entender a sus esclavos y, estos, por su parte, no intentaban desmentir aquella idea. Al contrario, solo decían lo que sus amos deseaban escuchar y se adaptaron a las acciones características de su estado de sumisión.
(De la obra de Kenneth M. Stampp titulada 'The Peculiar Institution', 1956)
(*) Título nuestro
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