miércoles, 19 de diciembre de 2007

Lope de Vega: Soneto XXXI

Albania yace aquí, Fabio suspira,
matola un parto sin razón, dejando
la envidia alegre y el amor llorando,
pues ya cualquiera fuerza le retira.

El Tajo crece por mostrar su ira
y corre de la muerte murmurando:
párase el sol, el túmulo mirando,
temiendo en sí, lo que en Albania mira.

Mas él, si se eclipsara, volver puede,
y Albania no, que de volver ajeno
a Fabio deja en el postrero parto.

Venganza fue para que ejemplo quede
que quien basilisco en dar veneno,
muriese como víbora en el parto.

Lope de Vega

viernes, 7 de diciembre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Urbano Blanco Cea y su libre determinación

Urbano Blanco Cea envió su último libro 'El Alijar jara en flor'. Ha sido muy amable por su parte.

Y se le agradece. Siempre ha sido muy considero con nosotros, sin que hayamos hecho nada especial.

Presentó el libro de poemas, porque es un libro de poemas, hace unos días en Las Navas del Marqués. Es lógico: El Alijar es una zona del pinar de este pueblo abulense y donde él nació. Uno de los poemas dice:


"La plenitud de la dignidad/se logra en el reconocimiento de los errores/los dioses también se equivocan/mas ignoran como duele el corazón/ y nunca rectifican./No les perturba la muerte/pero necesitan al hombre/pues sin él no existirían/De ahí su envidia."

Es toda una declaración de guerra a las ideas preconcebidas, un asentamiento en la tierra, en el mundo, en su propio ser como Hombre señor del Universo libre de dogmas. "Desconfiad de de dogmas", escribe. Y añade: "no hay cielo sin tierra, sin cuerpo no hay alma". De modo que apartadas las telarañas que impiden el desarrollo libre, abandonadas servidumbres de antaño, ya puede el poeta vivir en paz, reconociendo, eso si, que "esta calma" que siente ahora "debe ser la fe perdida" porque todos nos acordamos del catecismo que nos decía, dogmáticamente, que fe era creer lo que no vimos. Y Urbano quiere tener los sentidos alerta, en pleno rendimiento (incluso quiere dar luz a los ciegos y oído a los sordos) Mediante ellos quiere ver, oír, tocar... Y, sin huir de la muerte, como un cobarde, desea ante todo vivir. Arder con la carne hasta consumirse. Podría decirse que buena parte de sus versos tienen una innegable carga erótica, son casi carnales. Erotismo y carnalidad en la medida en que se refieren a su pueblo; en el que amaneció a los amores.

Nos imaginamos a Urbano Blanco Cea cuando abandona su trabajo, en los madriles, como bibliotecario del ilustre colegio de notarios, camino de Las Navas, que dicen del Marqués, como un emigrante que vuelve cada semana a su patria, a su tierra de pinares. Allí debe evocar un tiempo que se va yendo, pero que lo ha hecho hombre. Efectivamente, allí bebió su primer trago de cerveza, fumó su primer pitillo... y abriría, temblando, su boca al primer amor, al primer beso y a la primer caricia.

Lo ha moldeado este pueblo de Castilla, como ella hace con sus gentes; ya dice el romance que "face a los omes e los gasta". Claro que le ha marcado, como marcan a las personas sus tierras. No hay mas que ver a una persona por la calle para saber que es un emigrante. Tiene algo en todo su ser que lo denuncia como forastero del lugar. Algo de esto constató el gran periodista Kapucinski.

¿Qué es lo que hace inconfundible al forastero? Múltiples factores, siendo, quizá, la mirada nostálgica lo más característico: ese posar los ojos en las cosas que lo rodean, mientras está su mente recordando otros lugares para él más entrañables y que no están ahí.

Urbano, nos atrevemos a decirlo, es un emigrante en Madrid. Por eso comprende a esas gentes venidas de lejos. Y odia, por consiguiente, la xenofobia y el racismo. Así exclama en poema cortísimo:

"¡Negro!/Como tu corazón/¡Negra!/ Como tu alma".

Así de radical. No podía ser de otro modo este poeta que se proclama generoso:

"Es muy sencillo: / cocina para otros/ sé generoso".


Es un principio de vida que le permite caminar por el mundo y morir tranquilo:


"dejadme elegir mi vida y por tanto mi muerte".

Lean, lean a este poeta navero. Nosotros lo hemos hecho y lo hemos visto así, aunque tiene mas facetas y colores. Pero nuestra mirada, siguiendo a Pepe Bergamín, es una mirada subjetiva puesto que, como él decía, no somos objetos.

Lean: "El Alijar jara en flor"; autor: Urbano Blanco Cea; colección: "el toro de granito 36"; dirige: Jacinto Herrero Esteban; ciudad: Ávila.

martes, 6 de noviembre de 2007

Saint-John Perse: Anábasis I

¡Tú cantabas, poder, en nuestras rutas nocturnas!... En los idus puros de la mañana, ¿qué sabemos del sueño, nuestra herencia?

¡Durante un año aún entre nosotros! ¡Dueño del grano, dueño de la sal, y la cosa pública sobre justas balanzas!

No llamaré a las gentes de la otra orilla. No trazaré
grandes distritos de ciudades sobre las laderas con el azúcar de los corales. Mas mi designio es vivir entre vosotros.

¡En el umbral de las tiendas toda gloria! ¡Mi fuerza entre vosotros! Y la idea pura como una sal celebra sus audiencias en medio de la luz.


Saint-John Perse
(Anábasis I, segunda parte de la primera estrofa. Traducción de Enrique Moreno Castillo. Editorial Lumen. Primera edición 1988, página 43)

miércoles, 17 de octubre de 2007

Teresa de Ahumada, 'La Santa'

¡Ay! ¡Que larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Solo esperar la salida
me cansa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero!

Teresa de Ahumada

martes, 28 de agosto de 2007

Rabearivelo: Otro nacimiento del día

No se sabe si es del Este o del Oeste
que vino el primer llamado;
pero ahora,
en sus chozas traspasadas por las estrellas
y otras azagayas de tinieblas,
los gallos se enumeran,
soplan en las caracolas marinas
y se responden de todas partes
hasta el regreso del que fue a dormir en el océano
y hasta la ascensión de la alondra
que va a su encuentro con cantos
empapados de rocío.

Jean-Joseph Rabearivelo

(Copiado del libro 'Diwan africano, poetas de expresión francesas'. Selección, prólogo y notas de Rogelio Martínez Furé. Editorial Arte y Literatura, Palacio del Segundo Cabo O'Reilly Nº 4, La Habana Vieja, Ciudad de la Habana (Cuba), 1988)

miércoles, 22 de agosto de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Corrida del Gallo, Añacea del Gallo


Por José Mª Amigo Zamorano

Corrida del Gallo, Añacea del Gallo en Guarrate (Zamora)

La así denominada ‘Corrida del Gallo’ o ‘Fiesta del Gallo’ es digna de ser estudiada por esos que indagan en las tradiciones y costumbres de los pueblos, al estilo de antropólogos como el inglés Bronislav Kasper Malinowski o el español Julio Caro Baroja y otros. Ahora, más urgente porque está desapareciendo, obligada por la disminución alarmante de comunidades campesinas en el mundo entero.

Siempre nos ha obsesionado este festejo de algunos pueblos de la provincia de Zamora (España) que, creemos, es como una preparación o introducción al mundo adulto. Pareciéndonos, quizás nos confundamos, a ceremonias iniciáticas semejantes a las que se celebran en numerosas aldeas africanas rodeándose de ritos secretos, o semisecretos, y algunos dolorosos o sangrientos: recordamos la extirpación del clítoris en las niñas que terminan la pubertad. Aquí ya ha perdido esa aureola secreta, misteriosa, pero guarda un cierto sabor añejo a sangre.
Nosotros, como puede leerse, la hemos rebautizado con una palabra en desuso ‘Añacea’ para darle más antigüedad al asunto: en vez de ‘corrida’ o ‘fiesta’, añacea.

Si no nos falla la memoria creemos recordar que se celebra o celebraba en invierno, apellidándola ‘del gallo’ por ser un elemento primordial de la ceremonia al que todos miran, del que todos hablan y al que todos se dirigen, no en vano anuncia el pronto amanecer con su kikirikí, la apertura de un nuevo día y el fin de las tinieblas donde se fraguan las más tremendas canalladas. Lo llevan a las afueras del pueblo. Y, atado por las patas, lo cuelgan de una cuerda que une dos vigas colocadas a ambos lados de un camino cualquiera. Hacia allá se encaminan, a la caída de la tarde invernal, los habitantes de la comunidad. Luego acuden los quintos. Todos los de la quinta de ese año. Lo hacen a caballo, vestidos de militares y con espada al cinto.
La fiesta, en si, comienza cuando el capitán (el mayor de los jóvenes que entran en quinta) presenta, a los espectadores, desde su caballo, al resto de compañeros. Lo hace en verso. A veces son solo ripios. Pero eso, es lo de menos. Luego de terminada la presentación, le pide a la orquesta (la orquesta son unos pocos músicos que se colocan al lado del camino) que interpreten una pieza mientras ellos cabalgan un buen trecho. De regreso de la primera cabalgada, uno tras otro, los componentes de la quintada, todos a caballo y con espada al cinto, van recitando unas composiciones poéticas llamadas ‘Relaciones’.
(Por cierto, así nombra su Martín Fierro el poeta argentino José Hernández: “Y atiendan la relación / que hace un gaucho perseguido, / que padre y marido ha sido / empeñoso y diligente, / y sin embargo la gente / lo tiene por un bandido”)
El último en declamar su ‘relación’ es el capitán.
La forma de estas ‘relaciones’ se ajusta a cánones predeterminados: en primer lugar enumera (hace una relación) la vida del mozo que, este, quiere destacar, reparte el gallo en trozos, simbólicamente, pues sigue vivito y coleando en la cuerda a pesar de los intentos de cortarle el cuello con las espadas que los caballistas no saben manejar. En el reparto, las partes mejores se la llevan la madre, el padre y la novia (si la tiene): el corazón (generalmente para la madre), los muslos (al padre)...; y las partes peores las personas más detestadas: patas, tripas, plumas...
Las composiciones serán mejores o peores dependiendo del bardo que las escriba. Porque hay o había ciertos campesinos a los que se les daba muy bien eso de componer coplas, tanto que muchos acudían, de varios pueblos a la redonda, para solicitar de sus servicios poéticos.
Si a pesar de la escasa natalidad ha pervivido esta tradicional justa poético caballeresca, se debe a la incorporación de la mujer a la Fiesta del Gallo, a la Corrida del Gallo. Y es que, en este terreno como en otros, la mujer ha metido la cabeza para no volverla a sacar. Se venían de los más alejados núcleos de población hasta el pueblo de sus padres para participar en este festejo de origen iniciático. Con todo, hay que decirlo, el creciente abandono del campo es continuo y hay años que no se puede realizar esta celebración porque solo hay uno o nadie... Por eso decimos que es urgente que se recojan en libros estas fiestas... Que se publique el mayor número de ‘relaciones’... Hurgar en la memoria de las gentes... A lo mejor ya se ha hecho... Nosotros lo ignoramos...
En otro post se pondrá una relación hecha por nosotros.


Del texto: José María Amigo Zamorano


Tomado de: http://senocri.blogcindario.com/2007/08/00065-corrida-del-gallo-fiesta-o-anacea-del-gallo.html

martes, 7 de agosto de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Concha Barbero de Dompablo, camino de la armonía

Una regla científica es sin duda lo que mejor define el libro que vamos a comentar: los cambios cuantitativos conducen a transformaciones cualitativas. Al fin y al cabo es lo que nos viene a contar Concha Barbero de Dompablo. La cual, en su libro, Palabras para el Bienestar (Un camino hacia la armonía y la plenitud vital), que así se rotula el viaje emprendido, hacia ese estado de felicidad, por la autora. Lo inicia con la pregunta "¿Eres feliz?". Una interrogación necesaria que indica de manera transparente, sin engaños, sin subterfugios, que si la respuesta es afirmativa no es necesario adentrarse en las procelosas aguas de su trayectoria. En cambio, si la respuesta que se da es negativa, adquieren relevancia las Palabras para el Bienestar que han de conducir, irremediablemente, al capítulo último: "Vives el ahora. Te encuentras con tu ser".

Pero, que nadie se llame a engaño con eso de utilizar el vocablo 'Palabra', pues no se trata de un hablar por hablar, pura palabrería, no; es, en realidad, la experiencia de la autora con el fin de llenar de contenido su vacío... aunque 'vacío', para ser exactos, no es la palabra adecuada... mas bien de llenarse de otra manera, porque, en puridad, nadie está vacío absolutamente; nadie, nunca, está en pura cáscara...

En fin, lo que la autora necesita es un cambio, un cambio de personalidad, para una transformación, si cabe, del mundo: un mundo que no le gusta y nos lo repite varias veces. Empero que algun@s no se pongan en guardia, a la defensiva, su experiencia vital no va en la dirección de poner patas arriba la estructura y superestructura de la sociedad en la que viven... tan a gustito, no: en absoluto; aunque, bien mirado, si se consigue acceder a ese estadio, el mundo marcharía mucho mejor.

Para esa transformación de ella, de Concha Barbero, es imprescindible arribar a un conocimiento cabal de ella misma, como recomendaba Sócrates con su imperiosa exclamación "¡Conócete a ti mismo!".

Y es aquí donde comienza su viaje, no exento de dificultades, de trampas, de vericuetos que tiene nuestro ser, labrado a lo largo de muchos años, y semejantes, a veces, de callejones sin salida que, solo, la voluntad de la autora consigue traspasar.

Poco a poco va consiguiendo salvar vaches sin cuento, aunque, hay que decirlo todo, no es, en modo alguno, un camino erizado de espinas, ascético, se recomienda no tomárselo a la tremenda; es decir: sin traumas, sin estridencias, sin alaridos... un periplo en derredor de ella misma: limpiando impurezas, arrancando rebabas, desechando vanalidades, apartando lugares comunes, arrinconando contradicciones muy arraigadas en el común de las gentes... Un día, de repente, se notará otra, siendo ella misma. Un paso más allá y las pequeñas estupideces desaparecen, la insustancialidad se volatiliza, la ironía nace, el buen humor se impone. Ella ha cambiado y con ella el entorno, que la envuelve, la arropa, la cubre, la encastilla.

Por eso decíamos al principio que la cantidad deviene en cualidad.

Ya ha llegado al 'Vivir el ahora. Se encuentra con su ser'. Entonces grita, grita de alegría, se emociona, salta, ríe y, sin importarle el qué diran, se pone a bailar sin ton ni son, porque le apetece... Ella es feliz. El mundo es feliz: ha llegado a la Armonía y a la Plenitud Vital y colorín colorado...

Pero no, no es un cuento, es camino para librarnos de contradicciones que se nos adhieren pegajosamente al ser como una lapa; camino para adquirir la coherencia precisa para andar por el mundo con dignidad. Tal vez no nos convenza este modo de ver la realidad, pero es indudable que para ser felices, primero y principalmente, hay conocerse a uno mismo. Este libro nos coloca en el buen sendero.

Lean el libro de Concha Barbero. Además está muy bien escrito. Con palabras llanas. "Llaneza muchacho que toda afectación es mala", nos aconsejaba Cervantes. Pues eso, libro llano. Rara avis en uno primerizo como es este de Concha Barbero de Dompablo.


viernes, 27 de julio de 2007

Robert Mezey: Dos recomendaciones (*)

Copla II

No tengas miedo de morir. El vaso de agua se
derrama veloz dentro de la espectante copa.

 Robert Mezey

No temas, vas hacia donde estabas antes
de que el nacer te empujara hacia esta fría luz.


Roberto Mezey

______

(*) El título se lo hemos puesto nosotros

martes, 24 de julio de 2007

Jaim Sabines: Tía Chofi

Vas a ser olvidada de todos
como los lirios del campo,
como las estrellas solitarias,
pero en las mañanas, en la respiración del buey
en el temblor de las plantas,
en la mansedumbre de los arroyos,
en la nostalgia de las ciudades
serás como la niebla intocable, hálito de Dios que despierta.

*

Jaime Sabines
(México)

viernes, 6 de julio de 2007

Txabi Etxebarrieta: Amaneciendo

En la holgura de los ojos
veo mis manos
que son como carriles en el amr.
Bilbao
es una cúpula de gaviotas
equilibradas por la luz.

Cada vez que emprendo el camino de mi mismo.
Me he preguntado repetidas veces:
¿Quiénes son los míos?
El silencio amplio
con que vuelan los pájaros en el campo

Con tu nombre extendí sobre la lluvia
mi país húmedo y hermoso.
El mar, cada vez más entero
entre los largos atardeceres en la carretera
hacia ti.
El unificado campo del Universo
cobra su distorsión más honda y dolida
cuando entorno el espíritu
y tu sonrisa renace en mi.

Txabi Etxebarrieta
25/9/67

jueves, 28 de junio de 2007

Aimé Cesaire: El Gran Machetazo


(Para una antología contra el racismo)


El gran machetazo del placer rojo en plena frente
había sangre y ese árbol que llaman flamígero
y que nunca merece tanto ese nombre
como en las vísperas de ciclones
y de ciudades saqueadas
la nueva sangre
la razón roja
todos los vocablos de todas las lenguas que significan
morir de sed
y solo cuando morir tenía el sabor del pan y la tierra
y el mar un gusto de antepasado
y ese pájaro que me grita que no me entregue
y la paciencia de los alaridos en cada rodeo de mi lengua



Aimé Césaire

viernes, 22 de junio de 2007

Iswe Letu: Casi haiku

El fuerte grito del sudor
está en la vena de la hombría.
Y de la umbría.

martes, 12 de junio de 2007

Octavio Robleto (Nicaragua)

Caminar en la noche enseña otro mundo
no se parece en nada a la vida agitada de las calles en el día,
se ve la miseria de otro modo
la soledad del hombre puede ser recogida de la mano.

Octavio Robleto
(Nicaragua)

jueves, 24 de mayo de 2007

Iswe Letu: El Tiempo Pasa


Son notas que van fluyendo, siempre eternas, de una flauta silenciosa y helada que saluda, irónica, a la mañana.


Corriente que, avasalladora, recorre las profundidades de los lentos termiteros, emergiendo, de pronto, ante el espejo.


Es un río soterrado y gélido, recogiendo, estremecido, el desgarro que produce en la mirada inocente de unos ojos claros.


Indiferente mirada en derredor a todo, fría: a un talle cimbreado que ceñimos o a un tibio y alto seno que, lúbricos, tocamos.


¡Ah!, por fin te has bajado, sorprendido, de ese alto muro al que te tenía atado tu tierna y cándida mirada y que creías eterno.


Igual que la mirada, tiernamente angustiosa, sorprendida de su inocencia, del antílope kobo poco antes de su muerte.


Río helado que, fluyendo, avanza por encima y por debajo en la corriente eterna del volcán humano, hasta apagarlo.


Y nosotros colocamos, en el pentagrama de la vida, las notas heladas de silencio, saludando un mañana que no existe.

viernes, 18 de mayo de 2007

Nkam Ntane: Como pez en charca cenagosa


Como un pez caído en charca cenagosa,


peligrosamente nadando


en el peligro


lejos de su mar,


heme aquí, oh madre mía,


con mi fardo de angustias


de cóleras


y esperanzas


Nkam Ntane

domingo, 13 de mayo de 2007

Literatura Contra el Racismo: Aimé Cesaire


¿Qué es la belleza sino ese peso completo de amenazas que fascina y seduce a la impotencia el batir desarmado de un párpado?




¿Qué es la belleza sino el cartel lacerado de una sonrisa sobre la puerta abatida de un rostro?




¿Qué es morir sino la faz pedregosa del descubrimiento, el viaje fuera de la semana y del color en el revés del sol?


Aimé Cesaire
(Y los perros callaban)

viernes, 11 de mayo de 2007

José Bergamín / Jon Arzallus Eguiguren

Todo lo que estás mirando
ves por la luz que te dieron
los ojos que se apagaron.

Procura que tus maestros
no sean nunca los vivos
que no escuchan a los muertos.

(Begizta dezakezun oro
amatatu ziren begiek
emaniko argiz dakusazu.

Egin, beraz, kasu
ez dezazun izan hildakoenik
entzun nahi ez duen
bizidun bat maixu.)

José Bergamín
(Lo traduce al euskera Jon Arzallus)

jueves, 10 de mayo de 2007

Iswe Letu: ¿Quién...?


¿Quién

que canta Libertad

mientras desnuda

al trabajador

de ropa?


¡Europa!


¿Quién

que arteramente

nos va quitando

la sopa?


¡Europa!

lunes, 7 de mayo de 2007

Iswe Letu: ¡Qué hambre de baile tiene!


se ríe de los adornos

Va cantando y bailando, bailando y cantando; y su voz se percibe ya desde muy lejos.--"Sobre la llanura, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." Su belleza, que se ríe de los adornos, parece iluminar los caminos y... ¡qué hambre de negra danza tiene!

Cuando llega al mercado -y este mundo, lo sabéis, es un mercado- no se deja comprar, riéndose además de las que, sentadas, esperan, sin moverse, al futuro comprador. Ella no puede estarse quieta y se pone a cantar y a bailar, a bailar y a cantar:

--"Sobre la llanura, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." --¡Venga, venga!: ¡qué yo vea redondas kolas sobre mis hombros! ¡Y, ese, el barquero: que prepare y traiga su barca! ¡Ah, mi corazón está henchido y dichoso! Y..., ¡vosotros!..., ¡los que compráis amor a cambio de dinero!: ya os lo digo...: viviréis privados de paz toda la vida.

Su belleza, que se ríe de los adornos, deslumbra los caminos y además... ¡qué hambre de danza tan negra tiene!

--"Sobre las llanuras, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." Prosigue ennegreciendo los caminos con su cante y con su baile. Y su voz se oye ya desde muy lejos...

Pero tanta firmeza da mal que pensar. Y no son muchos los que se le acercan confiados.


domingo, 6 de mayo de 2007

Iswe Letu: Ni Pan ni Vino


ni pan ni vino

(para una antología contra el racismo)

Ni tiene pan, ni vino. Kuka es, en medio de las mujeres y del polvo rojo que las circunda, enclenque, escuchimizada, delgadísima, casi enana... Kuka es como una jabalina entre lanzas clavadas en la tierra.

Ha venido caminando durante días, aureolada por el frío, el polvo rojo y las moscas, pues ha sido expulsada de la aldea. Antes gustaba de comer habas egipcias, como las chicas de Astiz; o se deleitaba con la mamiya, como las jóvenes de Erraskin. Pero ahora, no tiene pan, ni vino.

Sin embargo..., ¡ah, sin embargo!... Aunque ha sido atacada por el hielo y la ardiente sequía, como es tiempo fecundo en adivinos (tiempo de tramposo optimismo), sus dientes vienen colmados de una extraña y blanca alegría... E inocente espera.

¡Inocente!... Inocente alegría como caldera de mondongo entre pucheros vacíos... Espera algún acontecimiento... Por eso mira sin cesar, mira continuamente, mira sin tregua, mira con los ojos fijos hacia el confín del horizonte en toda la rosa de los vientos.

Nadie a la redonda. Nada por ninguna parte. Pero espera. Espera y se engaña. No tiene tan siquiera un trozo de pan, ni un trago de vino de palma, ni una gota de agua, que llevarse a la boca.

Además, en ella, todo un bosque por cierto, se ocultan, temblando y sonriendo, los espíritus del miedo...De ese miedo ancestral que sabe elevarse continuamente hacia el azur... Miedo que poco a poco se van adueñando del lugar...

No hay gato montés que se encarame tan ligero, como Kuka, por sus ramas celestiales. Y, parece mentira, pero es la trágica y triste verdad , que no ha comido ni una pizca de alimento en muchos días. Desde que unos hombres, les llamaban monjes, la trajeran de otra aldea, -dicen que liberada de la esclavitud- donde machacaba continuamente el mijo, pero comía. Luego, los hechiceros y sus progenitores y las hambres del entorno la echaron del lugar.

Empero, como ahora es ese tiempo... -para unos, sorprendente y para otros, embustero. Más mentiroso que el lenguaje de estos días... Donde reina por doquier la ensoñación, el sortilegio, el hechizo, el embrujo...

Kuka es todo eso y mucho más: ¡es un milagro!... Por lo que aún palpita su corazón teniendo tibios los miembros... Y sus párpados... ¡ah, sus párpados!... no cubren por completo todavía sus ojos relucientes.

Kuka, es hija y nieta de la Hambre Viva y... del Capital Hambriento.

miércoles, 25 de abril de 2007

Iswe Letu: El peso vence

HAI KAIS

Por aquí y por allá
se oye el murmullo de las cascadas
y las hojas caen.


Matsuo Basho


El peso vence
la frágil naturaleza de la yerba
que la hoz recoge sin compasión,
precipitando
a la libélula
en un mar hostil,
donde las olas no mecen
acuchillan sus alas.
Herida,
emprende el vuelo seminal,
una vez mas
confiada al viento de la fronda,
primo hermano
del agua donde su sed abreva.

martes, 24 de abril de 2007

Borges: Al Vino



En la aurora ya estabas. A las generaciones

les diste en el camino tu fuego y tus leones.








En las arrebatadas estrofas del sufí

eres la cimitarra, la rosa y el rubí.



Jorge Luis Borges

viernes, 20 de abril de 2007

Luis Izquierdo: 'Supervivencias'

No es país para el sueño a la deriva
ni para devanar recuerdos
no hay dársena tampoco ni señales
no hay país para embarcar
no hay faros ni añoranzas todo es norte
y se declaran las conciencias marquesinas,
simétricamente embarrando caras tristes
que se alejan hasta luego
y no hay caminos.

Luis Izquierdo

miércoles, 18 de abril de 2007

Anónimo

Pues que en esta tierra
no tengo amor,
aires de la mía
llévame al albor.

Anónimo
(Lírica Tradicional)

domingo, 25 de marzo de 2007

'Camino al andar': Antonio Machado




Camino al andar


Al andar se hace camino,


y al volver la vista atrás


se ve la senda que nunca


se ha de volver a pisar.


Caminante no hay camino,


sino estelas en la mar.


Antonio Machado

lunes, 12 de marzo de 2007

RIMA VII - BECQUER


¡CUANTA NOTA DORMÍA EN SUS CUERDAS,

COMO EL PÁJARO DUERME EN LAS RAMAS,

ESPERANDO LA MANO DE NIEVE

QUE SABE ARRANCARLAS!


BECQUER

lunes, 22 de enero de 2007

Julio Valdeón Baruque: LA 'INVENCIÓN' DE LA HISTORIA



LA ‘INVENCIÓN’ DE LA HISTORIA
Por Julio Valdeón Baruque(*)


Pensar sin referencia continua, permanente, a la historia, me parecería tan imposible como a un pez... vivir fuera del agua”, dijo en 1987 el conocido hispanista francés Pierre Vilar. En efecto, el ser humano es ante todo un ser en el tiempo”. Ciertamente vivir es proyectar el futuro, pero al mismo tiempo apoyarse en el pasado. De ahí la permanente relación dialéctica entre pasado, presente y futuro.La palabra historia, no obstante, tiene dos acepciones muy diferentes , pues significa tanto la sima de acontecimientos que protagoniza la humanidad como el discurso elaborado por la mente humana para relatar o explicar ese proceso. La historia, entendida en este último sentido, es una disciplina académica, que tiene su liturgia y sus oficiantes, que se plasma en textos escritos y se enseña en los centros escolares, que construyen unos especialistas, los “historiadores”, y manejan todos los ciudadanos. Y es que la historia, por su estrecha conexión con la formación social e ideológica, tanto de los individuos como de las colectividades, es susceptible de manipulación hasta límites inverosímiles. Por eso dijo en su día P. Valery que la historia era la elaboración más perversa de cuantos productos habían salido del cerebro de los hombres. La historia puede servir los propósitos de los amos, pero también de los esclavos. ¿No se ha dicho asimismo que toda clase de historia es un panfleto, de derechas o de izquierdas?


No obstante el terreno en que la historia ha prestado y presta más servicios, aunque con altos riesgos, es el relativo a la configuración de la conciencia nacional. La historia y su conocimiento son uno de los de los principales elementos de la conciencia nacional y una de las condiciones básicas para la existencia de cualquier nación”, ha dicho el historiador polaco J. Topolsky. Por su parte, el francés B. Gene ha puesto de manifiesto, con la mayor rotundidad, que no existe nación sin historia nacional”. Claro que este último postulado puede ser invertido: fabriquemos una historia nacional “ad usum” y habremos puesto los cimientos de una nación. Así se explica que después de tantos años de utilización en España de la historia como alimento de la conciencia nacional, incluso echando mano de una materia denominada Formación del espíritu nacional”, que básicamente se nutría de materiales históricos convenientemente aliñados, la llegada de la democracia y la puesta en marcha del estado de las autonomías hayan supuesto una nueva era para los historiadores-nacionalistas, por más que ahora los marcos territoriales sean simples partes de lo que hasta ayer era el todo. Pero, como advirtieron los profesores Barbero y Vigil, una cosa es la legitimidad de los pueblos de España a recabar su autonomía y otra convertir cada nacionalidad y región en unidades de destino en lo universal.


Sin embargo ahí está la realidad. Veamos lo que sucede en el ámbito de la educación. En las directrices generales elaboradas por el Ministerio de Educación a propósito de la Enseñanza Secundaria Obligatoria no se habla de historia de España, ni de conciencia nacional española, ni de ciudadanos españoles, quizá como parte de la penitencia que tenemos que pagar por los pasados excesos del nacional-catolicismo. Pero simultáneamente en las Comunidades Autónomas con competencias educativas, particularmente en algunas de ellas, se pretende instrumentalizar el área de Ciencias Sociales, Geografía e Historia al servicio de la formación de una conciencia nacional propia. Por su parte, los políticos de turno no dudan en organizar festivales histórico-patrióticos, conscientes de la rentabilidad que pueden obtener de los mismos. Desde las perspectivas nacionalistas no sólo se acude al arsenal de la historia para recoger aquellos elementos que convenga a los objetivos que se persiguen sino que, en caso necesario, se hace algo más sencillo, se “inventa” la historia.

Julio Valdeón Baruque, Valladolid 1993

__________
SUMARIO:
"DESDE LAS PERPECTIVAS NACIONALISTAS NO SÓLO SE ACUDE A LA HISTORIA PARA RECOGER LO QUE CONVENGA A SUS FINES SINO QUE, SI ES NECESARIO, SE 'INVENTA' LA HISTORIA"


(Este artículo de Julio Valdeón Baruque apareció en la revista “Caminar conociendo”, número 2, pag 7. Junio de 1993)


(*)J. Valdeón Baruque. Vallisoletano. Catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Valladolid. Presidente de Ámbito Ediciones. Ha escrito La Edad Media en la Historia de España de la editorial Labor e Historia 16 y ha dirigido la Historia de Castilla y León de la editorial Ámbito, entre otros libros.

EDITORIAL: Por el camino



Por José Mª López García





La Cultura es un bosque misterioso e inacabable que se ha ido formando y transformando a lo largo de los siglos: en él hay viejas plantas y brotes recién nacidos, hermosos áboles, ignorados por frecuentes, y raros ejemplares que fueron quizás transplantados desde silenciosos claustros, desde pupitres de estudiantes, desde viejas carpetas de profesores.

Al inacabable bosque han llegado plantas que nacieron regadas por el sudor de las eras y cuidadas por las manos doloridas de empujar el arado. Aquí, en este bosque verdaderamente sagrado, está la memoria de hombres inmóviles sobre los microscospios o de aquellos que, acodados en la borda de una nave, repasan con ojos lentos y mínimos el nunca alcanzado horizonte del mar.

En la Cultura está el recuerdo de toda la risa y de todo el llanto de la humanidad, de su trabajo, de su razón y de su fantasía. Nuestra cultura se ha ido haciendo de miles, de millones de páginas a las que los hombres fueron cambiando la blancura por el indescrptible colorido de pueblos, paisajes y gentes reales o imaginarias... millones de páginas, y de palabras y de sonidos. Nuestra Cultura se ha ido haciendo tanto de los golpes rítmicos y monótonos de sombríos talleres o estridentes astilleros como con el sonar agudo de instrumentos en la danza de polvorientas romerías.

Ningún quehacer humano es pasado, todo ha dejado su semilla y su fruto en este bosque de la Cultura por el que nosotros ahora caminamos. Necesario será, pues, Caminar Conociendo. No podemos permitir que nuestro paso por la vida como el de ese pobre viajero que, encerrado en extraño artefacto y seducido por la velocidad, ignora o tolera que los sentidos se tornen inútiles para saber y disfrutar de cuanto pudiera rodearle en el camino. Tenemos que echar pie a tierra, tenemos que caminar al ritmo de nuestros ojos, de nuestro olfato... caminar palpando, oyendo y así saber, soborear, conocer.

Vamos a caminar con los cinco sentidos; como aquel, hoy viejísimo, Parménides que un día, en su primera juventud, deseó conocer las últimas causas de todas las cosas y, lleno de ánimo, se encaminó hacia el templo de la Verdad para preguntar a la Diosa por el camino de la Sabiduría. No estaba demasiado lejos, la Sabiduría reside en la quietud del propio ser y en el entorno que le configura. También en nuestro entorno hay un claro en el bosque para que podamos contemplar la belleza de la arboleda y la dirección de los caminos, hablamos de la Biblioteca; la Biblioteca es el lugar propicio para encontrarnos con la Diosa; desde allí, ella nos puede mostrar los árboles más sorprendentes que produce y cuida la humanidad: árboles del trabajo y de las fiestas, árboles del pensamiento y de la imaginación, añosos árboles del pasado y tallos verdes del futuro. Allí, en la Biblioteca, nos ofrecerá la Diosa el manso lomo de sus libros como cabalgadura que nos facilite el camino por el atrayente bosque del conocimiento. De la Biblioteca sale, también esta revista que no es mas que el testimonio de que no estamos solos en el sendero, de que somos un grupo de caminantes, no sé si grande o pequeño, pero alegremente decidido a Caminar Conociendo.


Por el Equipo Asesor:

José Mª López García


ESTE EDITORIAL, ESCRITO POR JOSÉ MARÍA LÓPEZ GARCÍA, SE HALLA EN EL Nº 2 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' EN LA PÁGINA 3

Manuel Sánchez Mariana: El primer marqués de Las Navas


El primer marqués de Las Navas y el ‘encabezamiento’ de alcabalas de 1551

Por Manuel Sánchez Mariana (*)

Don Manuel Sánchez Mariana, Jefe del Servicio de Manuscritos, Raros e Incunables de la Biblioteca Nacional, hace, en su artículo, una semblanza biográfica del primer marqués de Las Navas, insertándolo en su momento histórico; es decir: en las dificultades económicas por las que atravesaba el gobierno de Carlos I después de la Guerra de las Comunidades.


Don Pedro de Ávila y Zúñiga, hijo del Conde del Risco y Señor de las Navas y Villafranca, había heredado los títulos de su padre en 1504. Hombre de confianza del Emperador Carlos V, y quizá uno de sus principales valedores en Castilla, recibió de aquel en 1533 el Marquesado de Las Navas, creado expresamente para premiar sus servicios. Por entonces era también alférez mayor perpetuo de la Ciudad de Ávila, por lo que tuvo ocasión de acoger como anfitrión en dicha ciudad al Emperador en 1534. También fue el principal organizador de las Cortes de Toledo de 1538, en plena guerra con Francia, cuando los asuntos de Castilla requerían especial atención. Don Pedro había casado 1524 con la hija del Marqués de Priego, doña María Enríquez de Córdoba, y en el mayor de los cinco hijos que hubieron quedó asegurada la sucesión del Marquesado.

La fidelidad de D. Pedro al Emperador dio lugar sin duda a que éste le nombrara Mayordomo de su hijo y heredero el príncipe Felipe, a quien acompañó en su viaje a Flandes en 1549. Su principal reconocimiento como hombre de estado tuvo lugar en 1553, en que fue designado embajador extraordinario en Inglaterra, encargándose al año siguiente de transportar, con gran aparato, la joya que el príncipe, futuro Felipe II, regalaba en su matrimonio a la reina María de Tudor. Varios ingenios de la época le señalan como destacado protector de las letras, aunque en esto no superase a su hermano, D. Luis de Ávila y Zúñiga, Maestre de la Orden de Alcántara, cronista y también hombre de confianza de Carlos V. Los principales rasgos biográficos de este personaje quedaron reflejados en el Memorial en que representa al rey nuestro señor la antigüedad, calidad y servicios de ssu casas, de don Diego Benavides y de la Cuesta y don Francisco Dávila y Corella, impreso en Madrid en 1660.

Pero el año de 1534 el Emperador debía de andar excesivamente preocupado para allegar caudales para financiar sus inacabables campañas. Por otro lado el debilitamiento del reino castellano, tras la guerra de las Comunidades, no solo no permitía conseguir allí grandes recursos, sino que antes bien aconsejaba acudir en su remedio. En las Cortes de Madrid de 1534 los procuradores de las ciudades y villas de Castilla debieron de hacer lo imposible por conseguir que el reparto de los impuestos fuera lo más equitativo posible, y el resultado de ello fue el lograr que se elaborase un censo o ‘encabezamiento’ en el constasen las rentas por cabeza en cada localidad. El documento resultante, terminado en Valladolid a 9 de abril de 1551, en un grueso volumen de más de mil páginas que existe en la Biblioteca Nacional (ms. 706) y al fin del mismo figura la firma original, como contador real, de don Pedro de Ávila, primer Marqués de las Navas.

(Luego del artículo viene fotocopia del final del documento con la firma del Marqués y una nota de la revista ‘caminar cconociendo’ que dice: “Final del censo o ‘encabezamiento’ de alcabalas terminado en Valladolid a 9 de abril de 1551, con la firma original de don Pedro de Ávila, como contador real y primer Marqués de las Navas. Manuscrito de la Biblioteca Nacional ‘ms. 706’)

(*) Manuel Sánchez Mariana, Jefe del Servicio de Manuscritos, Raros e Incunables de la Biblioteca Nacional


ESTE ESCRITO DE MANUEL SÁNCHEZ MARIANA SALIÓ EN LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, Nº 2, PÁGINAS 5-6

domingo, 21 de enero de 2007

José Mª Amigo Zamorano: ENTREVISTA A AGUSTÍN GARCÍA CALVO



ENTREVISTA A AGUSTIN GARCÍA CALVO









Mi relación con los amigos ecologistas o verdes es ambigua. Pienso que es más útil el ataque a lo que mata a la naturaleza que su intento de defensa

CERCA DEL TREN, DE AQUEL CAMINO DE HIERRO QUE QUIEREN HACER DE RECUERDO, PASA AGUSTÍN GARCÍA CALVO DÍAS Y ETERNIDADES, ALLÍ DONDE EL LUGAR TOMA EL NOMBRE DE LAS NAVAS DEL MARQUÉS, CHARLAMOS, CON EL SOLO APARENTE HILO INTEGRADOR DE LA VOZ DE AQUEL CUYA OBRA, DISPAR E INQUIETANTE, SOBREVUELA SONORA Y RITMICA A CADA PREGUNTA


Caminar conociendo: A Ud. le gusta el tren. Es un gran defensor de este medio de transporte. Pasa buenas temporadas en Las Navas. ¿Cómo ve la relación tren-Las Navas?


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Las Navas ha quedado en una posición curiosa porque habían querido hacer una especie de estación ejemplar, incluida la calefacción de los andenes por energía solar. No sé en qué habrá quedado todo ello. Desde luego no es de los sitios que hayan quedado abandonados. Mi queja constante es de abandono de grandes tramos de vías por la famosa rentabilidad. Mi lucha contra el auto es lo esencial. La defensa del ferrocarril se vuelve inútil si no se entiende como una lucha frontal contra la imposición de los medios inútiles de trasporte: el auto personal en primer lugar, los camionazos y los autobuses. Una inutilidad que estos medios ya tienen de sobra demostrada (no hace falta más que asomarse al tráfico de Madrid o al de una autovía), pero que siguen imponiéndose y coartando el desarrollo de los medios útiles de trasporte: ferrocarriles urbanos, tranvías, ferrocarriles entre ciudades. Si se hubieran dejado desarrollar, habrían podido llegar, no a Las Navas, que después de todo, queda al paso, sino a cualquier rincón.

Caminar conociendo: Las Bibliotecas se están quedando vacías. Este hecho preocupa hasta a los países del ‘sol de medianoche’, con gran tradición de Bibliotecas…

AGUSTIN GARCÍA CALVO -¿Vacías de adeptos?

Caminar conociendo: De asistentes, de lectores

AGUSTIN GARCÍA CALVO -No de libros, pues la producción es enorme.


Caminar conociendo: De libros hay montones. Solo en Las Navas se reciben de 800 a 1.000 volúmenes al año, enviados por el Centro Coordinador… ¿Qué relación puede tener este hecho, con los Medios de Formación de Masas como Ud. los llama?


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Tiene una relación directa, por supuesto. Sobre todo con el imperio del que está a la cabeza de los Medios de Formación de Masas, la Televisión. Ya desde que se inventó, no servía más que para eso: para la formación de masas. Pero no hay que engañarse en esta lucha, porque muchos a los que oigo hablar de la televisión, como algo que mata la lectura y que, por lo tanto, tendrá la culpa de todo eso. No hay que olvidar que lo que mata la televisión es mucho más importante que la lectura: es la vida misma, es la ocasión de vivir. A la gente se la pone delante del televisor y lo que menos importaría es que no leyera; lo que más importa es que tampoco vive en ninguna otra manera, con la Televisión y con los Medios auxiliares que sirven para el mismo proceso de Formación de Masas. No hay que olvidar que los libros en su tiempo, sirvieron también, un poco, para lo mismo que la Televisión. La gran producción literaria estaba destinada, también, a la corrupción del pueblo y a la Formación de Masas. De manera que yo pienso que la lucha contra los Medios, contra la televisión en primer lugar, debe hacerse en nombre de la vida, y, si después con la vida viene también la curiosidad y por tanto la lectura, pues miel sobre hojuelas.
Pero el problema es más profundo.


Caminar conociendo: En Zamora se ha hecho un acto de desagravio al río Duero en el que Ud. participó. ¿Qué parte de la naturaleza de Las Navas, si es que hay alguna tan degradada, desagraviaría Ud.?


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Mi intervención en ese homenaje que organizaron poetas de Zamora, ese desagravio, fue un poco a contrapelo: fue para decir, sobre todo, que el agravio que la hacían al Duero era el decir que no se podía bañar en él. Cosa que yo demostraba que se podía hacer, aunque fuera entre las espumillas de las fábricas de quesos. Es decir, una intervención contra la Higiene y el Deporte, los dos grandes fantasmas que nos dominan.
Nada de esto tiene una aplicación directa al caso de Las Navas. Es evidente que una gran parte de la vegetación está ya hecha, impuesta de una manera artificial: tipos de pinos resineros que servían en otro tiempo y que ahora ya no sirven. Eso, probablemente, ha costado el abandono de otras formas de vida, sobre todo vegetal, que podían ser, pues no sé, más de abajo, más desde la tierra. Algo podía decirse también, de la Ganadería y su relación con otras formas de vida más salvajes. Sin embargo, mi relación con los amigos ecologistas o verdes, es ambigua y no dejo de decírselo cada vez que tengo ocasión: no hay que pretender poder hacer cosas tales como defender a la Naturaleza, salvar la Fauna o la Flora, porque eso implica creer que se sabe y que se domina la Naturaleza. Yo pienso que siempre es más útil el ataque contra lo que mata, que el intento de defensa; es decir: luchar contra la imposición de los medios de trasporte inútiles, que antes decíamos, luchar contra el atontamiento de la vida por medio de la televisión; así me parece un camino más honrado y más directo. Después, ya la tierra se encargará de hacer lo que pueda.


Caminar conociendo: Un poco al hilo de esto: los campesinos, los ganaderos, se han manifestado por las calles de las grandes ciudades; han caminado por senderos y carreteras; están inquietos por el porvenir; la leche de Las Navas, no hace mucho, era casi una leyenda; ahora apenas quedan ganaderos. ¿Cómo ve el futuro del campo?


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Estoy haciendo un trabajo, aprovechando todos estos acontecimientos que han protagonizado los campesinos, sobre todo para decir que el mal de fondo es la Planificación Nacional y ahora Planificación por el Mercado Central Europeo y cosas por el estilo: que hoy haga hacer a la gente abandonar el ganado de repente, o cambiar de este cultivo al otro o dejar los cultivos recibiendo, a veces, una compensación en dinero. Y esto es lo terrible: lo de la creencia en la Planificación, creer que, efectivamente, se puede planear. Esto implica desconfiar profundamente del ingenio de los campesinos para arreglárselas desde abajo si se les deja. Esta estupidez de la Planificación me parece que debería ser el punto de ataque de cualquier rebelión que pudiera surgir de los campesinos. Por desgracia, no van a ser sus dirigentes, ni los líderes sindicales, los que los lleven por este camino. Por el contrario, los harán perderse, como siempre, en reivindicaciones insignificantes y consabidas.


Caminar conociendo: Cambiando de tercio, como suele decirse: este número de la revista va a estar dedicado mayormente a las LEYENDAS. Al respecto, nos gustaría saber si esconden algún mensaje subliminal, si son reflejo de deseos, de aspiraciones…


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Las leyendas o mitos hay que tomarlas de donde no podemos tomarlas; es decir, antes de la invención de la Escritura. Son, evidentemente, o fueron, o eran, una manera de lenguaje artístico, más o menos desarrollado, que vivía y que costituía tradiciones anteriores a la Cultura, anteriores a la Escritura. De esto quedan recuerdos más o menos vagos. Pero no hay que hacerse ilusiones; porque el mundo que nosotros vivimos, es un mundo histórico, es decir, fundado en al Escritura y donde, por tanto, las Leyendas siempre están como residuos de algo que en otro tiempo pudo haber. Son muy de estimar. Creo que pueden traer algo de la voz del pueblo, descubrimientos del pueblo precientíficos respecto a la Realidad, o a la memoria de la Realidad. Muchas de ellas, todavía, nos suenan de esa manera. Pero por desgracia, lo que a nosotros, hombres leídos y escribidos, nos toca, es intentar romper a través de esta capa de la Escritura y de la conversión de las Leyendas, en Literatura, para tratar de descubrir por debajo de lo Literario de las Leyendas algo que puede haber de más profundo en lo que la voz del pueblo hace.
A veces, algunos, yo mismo, nos dedicamos a esta labor. Pero no hay que olvidar que es la negación o rotura de la Literatura, para poder llegar a lo que pueda sonar de debajo de la Historia, y donde pueda haber un mensaje, en cierto modo, de voz del pueblo, pero de abajo.


Caminar conociendo: No me resisto a preguntarle, en relación con la Historia, su opinión sobre el artículo del yanquiniponito, que daba ya por concluida la Historia.


AGUSTIN GARCÍA CALVO -Caí en la tentación de publicar en la revista ‘Claves’, hace dos años o cerca, una crítica contra ese artículo, representativo de un Ejecutivo, de un alto Funcionario de Organismos Internacionales. Toda su gracia consistía en que representaba la voz de un alto Ejecutivo. Denunciaba yo allí, en dos palabras, que lo que él llama ‘fin de la Historia’, en realidad lo que quería decir era el triunfo de la Historia para siempre, como si en la intención de un ejecutivo, ya hubiéramos llegado a una situación donde la Política no es mas que Economía, en la que se ha dado satisfacción a ese ideal del Individuo que Ellos tienen, y que no es mas que dinero. Un individuo que es todo dinero. Donde, por tanto, ya no puede haber nada. Bajo la pretensión del ‘Fin de la Historia’, lo que ocultaba en verdad era esto: la pretensión de que la Historia hubiese triunfado. Es contra esto contra lo que, a propósito de las Leyendas, le recordaba que siempre por debajo de la Historia –que nunca está del todo bien hecha, que nunca llega a un triunfo-, quedan ecos, resonancias de algo que no era Historia y que está por debajo que es del pueblo.


Texto: José Mª Amigo Zamorano

Las Navas del Marqués (Barrio de la Estación)
7 de marzo de 1993


(ESTA ENTREVISTA REALIZADA A AGUSTÍN GARCÍA CALVO POR JOSÉ Mª AMIGO ZAMORANO, DIRECTOR DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', APARECIÓ EN Nº 2 DE DICHA REVISTA -DE JUNIO DE 1993- EN LAS PÁGINAS 9-10-11)



FANNY RUBIO: Ja-Li

JA-LI
Por Fanny Rubio (*)


Todo comenzó el día en que –por primera vez en toda mi vida- Wei se olvidó de mirar hacia donde yo estaba. Jamás había ocurrido: cada que pasaba cerca de la puerta, que nos dividía, silbaba, daba con los nudillos en el picaporte y esperaba a ver reflejada al otro lado del cristal mi cabeza, inquieta al percibir su proximidad. La verdad es que, desde que tengo recuerdos callejeros, yo salía a su encuentro cuando percibía su cercanía a aquella casa, colgada de una colina de la ciudad, tras su jornada de trabajo en la fábrica que la retenía casi todo el día. Raras veces venía a buscarme al solar donde yo acostumbraba a esconder mis reservas alimenticias, artilugios para la dentadura y exquisitos huesos y cuadraditos de calcio en proporciones que ella llamaba ‘queso’, pues mi intuición recuperaba su presencia antes de escuchar la señales que de lo alto me enviaba. De una manera u de otra, casi al anochecer, echábamos a andar a las afueras de la ciudad mirando como verdaderas urracas todo lo que en el campo cercano se escondía de la urbe: nidos de águilas donde los pollos cambiaban de plumaje mientras aprendían a pronunciar ‘auc’, ‘auc’, ‘auc’ o la persecución de una lagartija trasnochadora por otro pájaro cualquiera buscapresas. Seguíamos con la vista a las migradoras camino del norte y descubríamos de entre todos los grupos a las heridas, rezagadas, a las que atraíamos con quietud y atención extremas. Ella me hablaba lentamente de los pájaros reconocidos como si fueran de su raza: el halcón, por ejemplo, tenía bajo el ojo una manchita roja símbolo de la fecundidad universal y era –según decía- la esperanza de la luz en el que vive en las tinieblas; el águila se escapaba a dos mil metros para huir de los hombres.
--Aunque le llamen altitud, es una huída- se decía muy segura.
En los últimos meses habíamos conseguido un cierto entendimiento según viniera la estación: el verano solía quedarme algún tiempo en la terraza de la casa de la colina, en donde yo poseía un reducto de consuelo y sombra cuando dejaba las peleas de mis iguales, y era entonces cuando ella me retenía ya entrada la tarde una vez liberada del estricto horario de trabajo en un lugar en el colocaba -entre cientos de compañeros y una decena de jefes- pequeñas piezas de metal dentro círculos dorados que medían el tiempo. Llegaba y permanecía horas y horas sentada en la sillita de bambú y miraba con atención hasta que yo participaba de sus proyectos de camino con alegría manifiesta y planes tendentes a descubrir nuevas aves del cielo para el día siguiente. En cambio, en invierno, yo era quien pasaba a su ámbito después de dar uno de mis paseos por las afueras de la ciudad desde donde podía contemplar la balconada de la casa de la colina y, finalmente, no había jornada que no cuajara en una reunión de, por lo menos, seis horas.
Sin embargo, aquel día en el que todo comenzó –pese a que fuera invierno-, no dispusimos del tiempo de otras veces. Ni ella ni la visita que apareció de pronto repararon en mí, pero yo sí; y debo confesar que no me hizo demasiada gracia. Las visitas eran muy raras en la casa de la colina y aquella era una vista poco cordial (sin abrazos, ni presentes, ni queso, ni alegría) que yo seguí con la lengua desde el otro lado del cristal que me separaba de la reunión. Wei, con chándal blanco, pasó de largo con ellos por el pasillo de al planta alta hacia el saloncito en el que a veces en invierno nos quedábamos horas y horas jugando alrededor de una taza de té. Uno de los hombres, con lentes, portafolios y muy poco cabello, habló durante largo rato de lo que estos documentos decían; el segundo, el más joven, sonreía cortésmente a Wei hasta que ella terminó de firmar uno de los papeles que había leído el mayor muy despacio. Entonces el joven sonriente recuperó su expresión natural, ya sin rictus, se levantó con prisa y arrastró con él de un salto al señor de la calva y el portafolios mientras ella preguntó algo (imperceptible desde donde me hallaba) al visitante más anciano que el señor calvo contradijo con un tajante movimiento de cabeza camino de la puerta, dejando a Wei esperando al tiempo que los hombres se apresuraban a decir adiós y escapar a buen paso como pude comprobar a través del cristal que separaba mi zona de la de ellos. Las dos sombras rozaron la barrera donde yo había estampado mi hocico con interés, golpeando con sus gruesos zapatones el suelo y dejando tras de ella a Wei, silenciosa y leve como su fuera de puntillas y vestida como acostumbraba, con el chándal blanco de ribetes azules.
Delante de la casa había crecido un sauce, un sauce alto cuyas ramas más altas caían junto al columpio rosa sobre el que Wei cantaba para mí. Parecía un flaco gigante plateado venido abajo. Será por eso que dicen que los sauces lloran. Este lloraba, sin lágrimas, interminablemente, por lo supuse que debía de ser muy mayor. Y cuando Wei dejó de ir a la fábrica donde se preparaban los círculos dorados que medían el tiempo después de la visita, empleaba casi todo su tiempo en mirar a los alrededores, incluso al sauce. Y el sauce se crecía.
--Una ciudad llena de sauces es la estancia de la inmortalidad- repetía en mi oído mi dulce compañero Wei.
El día de la visita yo permanecí largamente detrás de la reja sin esconderme ni andar en lo mío, ni escaparme al solar de mi tribu. Ella llegó sonriendo a medias –haciéndome entender que no pasaba nada cuando yo tenía la seguridad de que algo extraño había en el ambiente-. Rascó mi frente como solía y me dijo:
--Jali, nos han dejado sin trabajo, comeremos de lo que sobre a los pajaritos.
Me tomó en brazos como acostumbraba solo en los días de fiesta, colocó sobre una mesa baja de madera un tubito de capsulas que iba gastando cada hora desde que la visita se marchó y se sentó, conmigo en su regazo, en el balancín rosa al mismo tiempo que susurraba su canción preferida: ‘este es el lugar, Ja-Li, donde las palomas visitan a los humanos’.
A partir de ese día y desde muy temprano, mirábamos cada mañana y uno a uno todos los pájaros de la ciudad, y ellos, sin duda –convencidos de que Wei defendía una ciencia antigua que adjudicaba al excremento poderes sagrados- sembraba el mirador de una especie de lluvia fina y negra que era recibida por Wei como muestra de cordialidad. Después mi compañera cantaba nuevamente sobre el balancín rosa la canción del lugar donde las palomas visitan a los humanos ofreciendo su sauce para refugio de las aves heridas.
Así que Wei, el sauce y yo comenzamos a vivir una vida ‘sauce. Llamamos a la terraza de la ciudad de Tien-ti-huei, ciudad de la inmortalidad, en el que el sauce es el árbol de la vida, el eje verde sobre el han posarse a tomar impulso los pájaros errantes, desde los mirlos cantarines a, por ejemplo, el indiscreto y burlón cuco. Cuando alguno de ellos se presentaba yo iba a todo correr hasta el cuarto donde Wei pensaba ponerla en aviso de los huéspedes cotidianos y salíamos juntas hasta la terracita, y una vez añadido el compañero, volvíamos a balancearnos con ellos de corona anudadas en la rama más larga del sauce. Era todo tan bello que Wei llegó a poner en mi oreja estas palabras:
--La felicidad es como esta paz, por eso no tiene por qué durar; y la muerte también, un mar hecho de olas de paz que mueven el balancín de nuestra vida hasta que cesa el ritmo.
Aquel año Wei y yo y el sauce permanecimos horas y horas en esa especie de goce que solo entendíamos los tres balanceados: ella en posición sedente con su chándal blanco de ribetes azules y yo con la cabeza entre sus corvas, el morro hacia la brisa que llegaba del norte y el sauce viéndonos de frente y melancólico de gusto. Tan felices éramos los tres que Wei no se incorporaba más que para reponer el agua de mi cuenco, al tiempo que nos piropeaba al sauce y a mí.
Hasta que un día Wei miró más tiempo que de costumbre al árbol. Estuvo largo tiempo acariciando una de sus ramas hacia arriba y hacia abajo, hacia abajo y hacia arriba, y cantando la canción de nuestra casa como el lugar de las palomas con el mismo chándal blanco de ribetes azules, pero sin volver la cabeza hacia donde yo estaba. Enredé mis orejas por entre sus piernas para ganar su atención, morreé los pies de mi dulce amiga con la insistencia de mi género, quise saltar hasta su cuello, pero ni entonces reparó en mí. No me advirtió ni una sola vez, ‘tranquila, Ja-Li, vale ya’ con el nombre que escogió para mí la primera vez que nos encontramos (y que quiere decir en esta lengua ‘no tiene ninguna importancia’, sigue, sigue’) sino que descubrí de pronto que ahí estaba yo solo en mi puro salto. Porque mi triste Wei dibujó una voltereta sobre la barandilla de la terraza que daba al sauce en la colina más alta de la ciudad de las palomas que la llevó directamente al sauce y de allí al suelo, suave y en progresión, como si se tratara, en el descenso, de uno de esos toboganes de parque alrededor de los hacen cola los niños. Por primera vez observé a Wei con vocación de pájaro al verla deslizarse con su cabello ondulado y brillante y su chándal blanco de ribetes azules sauce abajo y luego volar unos segundos hasta que su cuerpecillo de balancín se detuvo en seco con un solo ruido sobre la arena de la calle, donde un corro de gente parecía preparada para un espectáculo de mayor importancia.


Fanny Rubio



(ESTE RELATO DE FANNY RUBIO APARECIÓ EN EL Nº 2, EN LAS PÁGINAS 12-13-14-15 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' DE JUNIO DE 1993)

(*)Fanny Rubio es doctora en Filología Románica, en la actualidad es profesora Titular de Literatura en la Universidad Complutense de Madrid, después de haber ejercido como docente en la Universidad de Granada y haber sido Maitre de Conference en la Universidad de Fez. Colabora en prensa y televisión. Dirigió los Cursos de Humanidades de la Universidad Complutense en El Escorial y ha sido conferenciante en numerosas Universidades (UIM, El Escorial, Salamanca, Sevilla, Vitoria San Sebastián, Lisboa, Nápoles, Clemont Ferran, La Paz, Santiago de Chile, Montevideo, Berlin, Rabat, Nueva York City Kansas, etc)
Después de haber sido premiada con el "Ciudad de Jaen" por sus primeros poemas, adolescentes, ha publicado libros de poesía y narrativa breve: Acribillado amor, en VV.AA, Poemas, Madrid, Premio de poesía de la Universidad Complutense, 1970; Retracciones, Madrid. Ediciones Endymion, 1979, Reverso, en Maillot Amarillo; 1988; Retracciones y Reverso en Endymion 1989 Dresde, Madrid, Ediciones Devenir, 1990 ; En Re Menor, Málaga, Colección Tediría, 1990.Cuentos: A Madrid por capricho, Madrid, Libros del Tren, 1988. En prensa, Fuegos de invierno bajo los puentes de Madrid, (Madrid, El tercer nombre, 2006)También ha publicado libros de crítica literaria: Las revistas poéticas españolas (1939-1975), Madrid, Edtorial Turner, 1976, recientemente reeditada en facsímil por el Servivio de publicaciones de la Universidad de Alicante; Edición fascímil de Pueblo cautivo /Anónimo 1946), Madrid, Hiperion, 1978; Aportación a la historia de la poesía española de la posguerra. Las revistas de poesía (1939-1970). Hacia una bibliografía total, Granada, Tesis Doctorales de la Universidad de Granada, 1975; Poesía española contemporánea. Historia y Antología (1939-1980), Madrid, Alhambra, 1981 (en colaboración con José Luis Falcó); Noticia de Gabriel Celaya, Madrid, Biblioteca Nacional, 1987; Cuadrantes (artículos), prólogo de Rafael Alberti, Jaén, Diputación de Jaén, 1985; Edición, prólogo y notas de Hi jos de la ira de Dámaso Alonso, Madrid Espasa Calpe, 1981 y Epigramas de El Escorial de J-A. Goytisolo (premio Ciudad de Barcelona, 1995). Su último libro de ensayo hasta el momento es El embrujo de amar, Madrid, Planeta, Temas de Hoy, 2001.Durante los últimos quince años se ha dedicado a la novela: La sal del chocolate, Barcelona, Seix Barral , 1992; La casa del halcón, Madrid, Alfaguara, 1995; El dios dormido, Madrid, Alfaguara, 1998; El hijo del aire, Barcelona, Planeta, 2001. En bolsillo, El dios dormido y La casa del halcón (Madrid, Punto de Lectura, 2002) Es editora de El Quijote en clave de mujeres (Madrid, Editorial Complutense, 2005)

sábado, 20 de enero de 2007

LUIS MATEO DÍEZ: Vivir la Novela




VIVIR LA NOVELA

Por Luís Mateo Díez (*)

Al pie de la última página de la novela recién terminada –cuatro años de escritura, cuatro años de obsesión, un tiempo compaginado entre la realidad cotidiana de cada día y la experiencia de un mundo de ficción superpuesto o hasta contrapuesto a esa realidad- puedo medir, en esta limitada distancia, la todavía acuciante temperatura de lo que supone ‘vivir la novela’: ese efecto tan particular, tan íntimo, de la propia experiencia creadora.
Una novela es un largo y obsesivo trabajo que se sustenta, por los caminos de la imaginación, en la construcción de un mundo donde acaece una historia vivida por unos personajes. Un mundo que solo existe como tal desde las palabras, que únicamente en la escritura puede encontrar su revelación.
Al menos por ahí se sustancian las novelas que yo intento escribir, en las cuales la iluminación de ese mundo es como el límite del hallazgo que me impongo, el acierto de alcanzar su ‘verdad’ que supone, a la vez, alcanzar su ‘certeza’.
Revelarlo es de veras crearlo, poderlo ofrecer con la fisonomía y el latido que las palabras, solo las palabras bien elegidas, procuran. Y un mundo novelesco, literario, es un mundo autónomo que puede alimentarse de la más tajante realidad o de la más tajante fantasía, pero que se justifica en sí mismo y solo en sí mismo obtiene su definitiva justificación.
Inventar y escribir la novela son labores compaginadas con la experiencia de ‘vivirla’. Desde la invención y la escritura, una vida –establecida más allá de esta inmediata en la que uno se deja discurrir- abre su obsesivo territorio con mayor insistencia que un sueño, toma su aposento con toda su solvencia imaginaria. Va invadiéndote como una sombra que aplazas y retomas, que te envuelve y te olvida.
La novela crece en proporción a esa capacidad que tienes de ir realimentando la obsesión de hacerla, y la obsesión reside en el centro de ese mundo cada vez más diáfano o más misterioso. Hacia ese indeterminado punto de donde puede surgir la postrera revelación, es hacia donde se camina entre la incertidumbre y la confianza del hallazgo.
A ello ayuda la propia novela, la materia acumulada que poco a poco va imponiendo su propio designo, evidenciando algunas pautas, envolviendo al novelista en la siempre beneficiosa niebla de su laberinto, donde continuamente hay que elegir y decidir y, por supuesto, saberse extraviar consecuentemente en los propios meandros que esa materia determina, si la invención sigue estando viva y la escritura encontró el tono y la claridad propicias para oficiar la revelación.
Lo que al novelista le queda de la novela ya finalizada es algo parecido a ese melancólico sentimiento que depositan los sueños, en los que uno invierte una pasión más rotunda que cualquiera que en la vida real pueda vivirse.
Cierto melancólico despego me invade al pie de esta última página de la novela recién terminada y, por supuesto, la certeza de que esa vida allí invertida es mucho más fuerte, más profunda y, como tal, inalcanzable y libre, que está en la que cada día me voy consumiendo siempre con la renovada esperanza de volver a escribir otra.

(*)Luís Mateo Díez es escritor

(ESTE TEXTO DE LUIS MATEO DÍEZ APARECIÓ EN EL Nº 2 DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, PÁGINA 17, EDITADA EN JUNIO DE 1993 Y CUYA PORTADA FUE REALIZADA A PARTIR DE UN CUADRO DADO POR RICARDO UGARTE DE ZUBIARRAIN)

Luis Mateo Díez
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(*) Luís Mateo Díez (Villablino, León, 21 de septiembre de 1942) es un escritor español.
Es miembro de la Real Academia Española: elegido el 22 de junio de 2000, tomó posesión el 20 de mayo de 2001.
Su primer libro de cuentos, Memorial de hierbas, apareció en 1973. Publicó luego las novelas Las estaciones provinciales (1982), La Fuente de la Edad (1986), con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica, Apócrifo del clavel y la espina (1988), Las horas completas (1990), El expediente del náufrago (1992), Camino de perdición (1995), La mirada del alma (1997), El paraíso de los mortales (1998), Días del Desván (1999), Fantasmas del invierno (2004) y las fábulas reunidas en El diablo meridiano (2001) y en El eco de las bodas (2003), así como los libros de relatos Brasas de agosto (1989) y Los males menores (1993). Con La ruina del cielo (2000) obtuvo el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica.
Obra
Narrativa:
Memorial de hierbas (1971) Apócrifo del clavel y la espina (1977) Relato de Babia (1981) Las estaciones provinciales (1982) La fuente de la edad (1986) El sueño y la herida (1987) Brasas de agosto (1989) Las horas completas (1990) Abanito, amigo mío (1991) El expediente del náufrago (1992) Los males menores [Cuento] (1993) Valles de leyenda (1994) Camino de perdición (1995) El espíritu del páramo (1996) La mirada del alma (1997 Días del desván [relatos] (1997) El paraíso de los mortales (1998) La ruina del cielo (1999) Las estaciones de la memoria: antología (1999) Las palabras de la vida (2000) El pasado legendario ( 2000) Laciana: suelo y sueño (2000) Balcón de piedra (2001) El diablo meridiano (2001) El oscurecer (Un encuentro) (2002) Fantasmas del invierno (2004) Poesía: Señales de humos (1972) El porvenir de la ficción

JAVIER MINA ASTIZ: Segunda Sombra

SEGUNDA SOMBRA

Por Javier Mina(*)

La nómina de perdedores de sombra que hasta hace bien poco contaba en mis anales con la escueta presencia del personaje bosquejado por Adalberto von Chamizo, Peter Schlemihl, se ha visto engrosada por Juan de Atarrabio, sorprendente fichaje de la propia cantera Navarra. Fruto de la sensible pluma romántica uno, y procedente, el otro del robusto arcón de la leyenda, comparten la condición de desombrados y el mismo respeto por el Más Allá.
A instancias de un misterioso caballero vestido de gris, el pobre Peter Schlemihl accedió a vender su sombra por una bolsa de la que salía oro inagotablemente. Peter creyó haber hecho el negocio de su vida, mas, en cuanto se percató del horror que producía entre sus semejantes la humilde peculiaridad de carecer del taciturno complemento, de nada le valió derrochar riquezas: la gente se quedaba con el oro y con sus prejuicios, si cabe todavía más exacerbados por cuanto la avaricia suele agudizar el odio.
Lleno de dolor se fue apartando de sus semejantes, y, cuando ya se había mas o menos resignado al singular ostracismo, hubo aún de renunciar al amor de una bella, sencilla y candorosa muchacha que carecía de la entereza suficiente para aceptarle sin sombra.
Aprovechándose de que el poder de Peter no se resignaba a perder a la hermosa doncella, el caballero vestido de gris trató de revenderle la sombra, pero no a cambio de la inagotable bolsa de oro sino según precio reactualizado y cuasi inflaccionista, pues le pedía nada menos que el alma. Tras titánico tira y afloja, Peter Schlemihl se sobrepone al chantaje moral y prefiere no comprometer la salvación eterna por guardarse de una virtud al fin y al cabo tan corriente como la misantropía.
A fin de romper para siempre con el astuto revendedor arroja a un precipicio la bolsa expendedora de oro y hecho un pobre de solemnidad decide encerrarse de por vida en una mina de carbón donde además de ganar el sustento nadie echará en falta su sombra. Mas hete aquí que necesitando unas botas adquiere sin saberlo las de siete leguas y podrá dedicar el resto de sus días al solipsismo más puro, solamente mitigado por el estudio de la fauna y la flora de los países que visita.
La leyenda Navarra presenta respecto a la romántica de Adalberto von Chamizo particularidades notorias. Desde luego Juan de Atarrabio no pierde la sombra por una cuestión de compraventa sino gracias a una lección de astucia.
Resulta que en el infierno se impartían lecciones destinadas a un alumnado mortal entre el que figuraba el bueno de Atarrabio. Concluido el cursillo, hubieron de salir en hilera del infierno y a la voz de ‘El que viene detrás’ contestaban a la pregunta del demonio guardián sobre quién se quedaría en el infierno para siempre, contraprestación, por lo visto, del singular magisterio.
Juan de Atarrabio, que era el último de la fila, veía ceñirse sobre si el castigo eterno, pero, lejos de desmontarse, responde como los demás, y el demonio, sabedor de que quedaban pocos por salir y temiendo le burlasen, clavó la lanza en el que creyó su rehén y no era otra cosa que sombra, la sombra del astuto Juan.
El hecho de haber sido desposeído de la sombra no pareció incomodar sobremanera al aplicado estudiante que, después de haberse doctorado en diabluras cambia de azimut y se ordena sacerdote. La ausencia del negruzco aditamento tampoco parecía requerir la atención del respetable, y así, ni familiares ni feligreses ni amigos le echan en cara –contrariamente a como hacían con el atribulado Peter- que ande por el mundo despojado de tan común, universal y congénito atributo.
Pero es sin contar con el propio Juan que, conforme pasan los años dejando atrás la arrogancia juvenil, se huele que le han permitido ingresar en el paraíso horro de sombra, y ello a pesar de que, por consentimiento superior, su querida sombra se le reintegra cada vez que consagra la hostia en la santa misa.
Dispuesto a poner coto a sus zozobras y remediar la ausencia del imprescindible apéndice urde, de acuerdo con el sacristán, una trapaza en que se echa de ver la no inmerecida fama de brutos que nos achacan a los navarros.
El bueno de Juan de Atarrabio provee al sacristán de un garrote instándole a observar las instrucciones que con nunca vista exhortación de temor divino y prolijo de talle le prodiga poco antes de misa. Conforme ésta avanza, el chupacirios tiembla haciendo vibrar ominosamente la cachava pero oportunos reojos del oficiante le meten en cintura: ha de cumplir aunque le duela. Sin embargo, es casi seguro que más le dolió al propio coordinador del auto sacramental, pues, no bien eleva la Sagrada Forma, que el formidable sacrismoche se lanza sobre él descargándole en la crisma semejante garrotazo que ya el alma se le sale por las resquebrajaduras craneales.
Cabe suponer que el alma sonreiría (el cuerpo no estaba para semejantes trotes) viendo cómo la sombra, cogida en la trampa de la Elevación y el bastonazo, quedaba soldada para siempre a los despojos del difunto Atarrabio.
Por si fuera poco brutal la gentileza del machacamiento aún añade la leyenda truculenta coda: el pobre rapavelas además de rey de bastos hubo de hacer de destripador, ya que Juan de Atarrabio dispuso que le arrancara el corazón y lo dejase sobre una piedra para certificar si sus restos habían volado al cielo o al infierno, cosa que quedaría patente según lo tomara en el pico una blanca paloma o un torvo cuervo. Ni que decir tiene que la mensajera fue la paloma, pero la leyenda silencia la suerte corrida por el destinatario del sanguinolento mensaje, ¿acaso lo habrían colgado por culpa del precavido malasombra?

Javier Mina

TOMADO DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, Nº 2 (JUNIO DE 1993), PÁGINAS 18 Y 19

(*)José Javier Mina Astiz
Javier Mina nace (Pamplona 1950), crece (a razón de varios libros por año y algunos centímetros sensibles, en el cordial odio al próximo, sus pompas y circunstancias pero principalmente sus dogmas) y se multiplica: Más la ciudad sin ti...(Premio Príncipe de Viana, 1985), Las camas de Emma (premio Ciudad de Irún de ensayo, 1990). Y aunque cuente, cuenta no presentarse a más certámenes por temor a estropear el porcentaje.