Por José Mª López García
La Cultura es un bosque misterioso e inacabable que se ha ido formando y transformando a lo largo de los siglos: en él hay viejas plantas y brotes recién nacidos, hermosos áboles, ignorados por frecuentes, y raros ejemplares que fueron quizás transplantados desde silenciosos claustros, desde pupitres de estudiantes, desde viejas carpetas de profesores.
Al inacabable bosque han llegado plantas que nacieron regadas por el sudor de las eras y cuidadas por las manos doloridas de empujar el arado. Aquí, en este bosque verdaderamente sagrado, está la memoria de hombres inmóviles sobre los microscospios o de aquellos que, acodados en la borda de una nave, repasan con ojos lentos y mínimos el nunca alcanzado horizonte del mar.
En la Cultura está el recuerdo de toda la risa y de todo el llanto de la humanidad, de su trabajo, de su razón y de su fantasía. Nuestra cultura se ha ido haciendo de miles, de millones de páginas a las que los hombres fueron cambiando la blancura por el indescrptible colorido de pueblos, paisajes y gentes reales o imaginarias... millones de páginas, y de palabras y de sonidos. Nuestra Cultura se ha ido haciendo tanto de los golpes rítmicos y monótonos de sombríos talleres o estridentes astilleros como con el sonar agudo de instrumentos en la danza de polvorientas romerías.
Ningún quehacer humano es pasado, todo ha dejado su semilla y su fruto en este bosque de la Cultura por el que nosotros ahora caminamos. Necesario será, pues, Caminar Conociendo. No podemos permitir que nuestro paso por la vida como el de ese pobre viajero que, encerrado en extraño artefacto y seducido por la velocidad, ignora o tolera que los sentidos se tornen inútiles para saber y disfrutar de cuanto pudiera rodearle en el camino. Tenemos que echar pie a tierra, tenemos que caminar al ritmo de nuestros ojos, de nuestro olfato... caminar palpando, oyendo y así saber, soborear, conocer.
Vamos a caminar con los cinco sentidos; como aquel, hoy viejísimo, Parménides que un día, en su primera juventud, deseó conocer las últimas causas de todas las cosas y, lleno de ánimo, se encaminó hacia el templo de la Verdad para preguntar a la Diosa por el camino de la Sabiduría. No estaba demasiado lejos, la Sabiduría reside en la quietud del propio ser y en el entorno que le configura. También en nuestro entorno hay un claro en el bosque para que podamos contemplar la belleza de la arboleda y la dirección de los caminos, hablamos de la Biblioteca; la Biblioteca es el lugar propicio para encontrarnos con la Diosa; desde allí, ella nos puede mostrar los árboles más sorprendentes que produce y cuida la humanidad: árboles del trabajo y de las fiestas, árboles del pensamiento y de la imaginación, añosos árboles del pasado y tallos verdes del futuro. Allí, en la Biblioteca, nos ofrecerá la Diosa el manso lomo de sus libros como cabalgadura que nos facilite el camino por el atrayente bosque del conocimiento. De la Biblioteca sale, también esta revista que no es mas que el testimonio de que no estamos solos en el sendero, de que somos un grupo de caminantes, no sé si grande o pequeño, pero alegremente decidido a Caminar Conociendo.
Por el Equipo Asesor:
José Mª López García
ESTE EDITORIAL, ESCRITO POR JOSÉ MARÍA LÓPEZ GARCÍA, SE HALLA EN EL Nº 2 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO' EN LA PÁGINA 3
1 comentario:
caminar... como si cada paso fuera microrrelato de nuestras vidas
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