El primer marqués de Las Navas y el ‘encabezamiento’ de alcabalas de 1551
Por Manuel Sánchez Mariana (*)
Don Manuel Sánchez Mariana, Jefe del Servicio de Manuscritos, Raros e Incunables de la Biblioteca Nacional, hace, en su artículo, una semblanza biográfica del primer marqués de Las Navas, insertándolo en su momento histórico; es decir: en las dificultades económicas por las que atravesaba el gobierno de Carlos I después de la Guerra de las Comunidades.
Don Pedro de Ávila y Zúñiga, hijo del Conde del Risco y Señor de las Navas y Villafranca, había heredado los títulos de su padre en 1504. Hombre de confianza del Emperador Carlos V, y quizá uno de sus principales valedores en Castilla, recibió de aquel en 1533 el Marquesado de Las Navas, creado expresamente para premiar sus servicios. Por entonces era también alférez mayor perpetuo de la Ciudad de Ávila, por lo que tuvo ocasión de acoger como anfitrión en dicha ciudad al Emperador en 1534. También fue el principal organizador de las Cortes de Toledo de 1538, en plena guerra con Francia, cuando los asuntos de Castilla requerían especial atención. Don Pedro había casado 1524 con la hija del Marqués de Priego, doña María Enríquez de Córdoba, y en el mayor de los cinco hijos que hubieron quedó asegurada la sucesión del Marquesado.
La fidelidad de D. Pedro al Emperador dio lugar sin duda a que éste le nombrara Mayordomo de su hijo y heredero el príncipe Felipe, a quien acompañó en su viaje a Flandes en 1549. Su principal reconocimiento como hombre de estado tuvo lugar en 1553, en que fue designado embajador extraordinario en Inglaterra, encargándose al año siguiente de transportar, con gran aparato, la joya que el príncipe, futuro Felipe II, regalaba en su matrimonio a la reina María de Tudor. Varios ingenios de la época le señalan como destacado protector de las letras, aunque en esto no superase a su hermano, D. Luis de Ávila y Zúñiga, Maestre de la Orden de Alcántara, cronista y también hombre de confianza de Carlos V. Los principales rasgos biográficos de este personaje quedaron reflejados en el Memorial en que representa al rey nuestro señor la antigüedad, calidad y servicios de ssu casas, de don Diego Benavides y de la Cuesta y don Francisco Dávila y Corella, impreso en Madrid en 1660.
Pero el año de 1534 el Emperador debía de andar excesivamente preocupado para allegar caudales para financiar sus inacabables campañas. Por otro lado el debilitamiento del reino castellano, tras la guerra de las Comunidades, no solo no permitía conseguir allí grandes recursos, sino que antes bien aconsejaba acudir en su remedio. En las Cortes de Madrid de 1534 los procuradores de las ciudades y villas de Castilla debieron de hacer lo imposible por conseguir que el reparto de los impuestos fuera lo más equitativo posible, y el resultado de ello fue el lograr que se elaborase un censo o ‘encabezamiento’ en el constasen las rentas por cabeza en cada localidad. El documento resultante, terminado en Valladolid a 9 de abril de 1551, en un grueso volumen de más de mil páginas que existe en la Biblioteca Nacional (ms. 706) y al fin del mismo figura la firma original, como contador real, de don Pedro de Ávila, primer Marqués de las Navas.
(Luego del artículo viene fotocopia del final del documento con la firma del Marqués y una nota de la revista ‘caminar cconociendo’ que dice: “Final del censo o ‘encabezamiento’ de alcabalas terminado en Valladolid a 9 de abril de 1551, con la firma original de don Pedro de Ávila, como contador real y primer Marqués de las Navas. Manuscrito de la Biblioteca Nacional ‘ms. 706’)
(*) Manuel Sánchez Mariana, Jefe del Servicio de Manuscritos, Raros e Incunables de la Biblioteca Nacional
ESTE ESCRITO DE MANUEL SÁNCHEZ MARIANA SALIÓ EN LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, Nº 2, PÁGINAS 5-6
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