Hace mucho, muchísimo tiempo, en algún lugar de Europa vivían tres hermanos: Lech, Czech y Rus. Su viejo padre, antes de morir, les envió por el mundo en busca de unas tierras donde asentar su descendencia. Obedientes, recorren bosques, montañas y mares.
En un primer momento ven un bonito caballo que, asustado, huye a galope tendido desapareciendo tras los árboles de un tupido bosque. Los hermanos corren tras él atraídos por la belleza del animal. Pero en el bosque, desconocido para ellos, se pierden. Lech camina hacia el norte, Czech va al sur y Rus se dirige al este.
Lech, cansado después de una larga marcha, se sienta bajo un enorme y frondoso olmo. Empieza a anochecer. El sol se iba ocultando detrás de las cercanas montañas, dando una luz blanca y roja. Mirando los colores del ocaso se ha dormido. Mas un extraño ruido pronto le hace despertar. Es el revoloteo de un bello águila que desde el horizonte blanco y rojo, allá donde el sol se ponía, ha acudido a contemplar el sueño de Lech y, sin querer, lo ha despertado. La visita del enorme pájaro, en el blanco y rojo atardecer lo ha aturdido.
Lech se levantó de repente y dijo:
--"El águila hermosa
El bello pájaro
Me ha dado la señal:
Aquí estará mi pueblo.
En el escudo pondremos
Un águila blanca.
Y en la bandera, arriba,
Una franja blanca,
Y abajo de color rojo."
Y desde aquel entonces hasta hoy día, el escudo polaco tiene en el centro un águila blanca y la enseña nacional blanca y roja.
Los otros dos hermanos también hallaron un lugar donde vivir con los suyos: Czech que se encaminó al sur fundó lo que es Czeschoslovaquia y Rus se asentó en el este donde hoy está Rusia.
(*) Sofía Sobanska, emigrante polaca en España, es licenciada en pedagogía
LEYENDA APARECIDA EN LA PÁGINA 47 DEL Nº 2 DE 'CAMINAR CONOCIENDO'
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