miércoles, 3 de enero de 2007

José Mª Muñoz Quirós: LEER O ESTAR VIVIENDO


Por José Mª Muñoz Quirós

La realidad es pequeña. Nos informa y nos ata, sin darnos cuenta apenas desvanece en nosotros su tosca luz y nos ciega los ojos. Tenemos ese lazo tan cercano que no somos capaces de soltarle para que no nos hiera. Achica nuestras manos, las desnuda de todas sus caricias y tapa el horizonte para que no sepamos qué se esconde sobre la línea dulce de lo desconocido. Es una forma de morir despacio, de pasar sobre el mundo con unas alas torpes que se vacían de emociones, como olvidar la luz cuando tan sólo habitamos lo oscuro.
Vivir es otra cosa: ser viajero en las sombras de la noche, subir por los caminos hasta rozar las cumbres, descifrar lo que sienten los que han sido y hoy duermen en el viento. Destrozar en armónica palabra todo lo que no gusta, la rutina y el tedio, la cadena del tiempo que ha dejado su dolor en los sueños. Amar lo más gozoso y presentir que la memoria guarda la voz de los silencios. Conocer sin medida. Y para estar viviendo tan sólo es necesario que la presencia cálida de un libro nos provoque y nos hable, que su río de vida inunde el cauce de las cosas pequeñas, que nos envuelva con magia extraña de otras vidas distintas, y en sus presagios nazca la inmensa vocación de ser más libres. Esto es vivir, inquietante tumulto de esperanza, búsqueda de las horas, paseo por el tiempo ilimitable, ruptura de los bordes, infinitas alburas. Sólo lo constreñido y lo posible, lo que nos deja un poso de amargura sobre cada mañana, lo que se ciñe a un lógico destino, rasgará la aventura de poder escapar junto a las páginas que los libros nos dejan, esa constante invitación a mirar más despacio cada cosa, a viajar por las gradas de los tiempos, a dar la mano a cada pensamiento que nos hizo más grandes. El legado del ser humano es su palabra, cosechaad en el tiempo, chorro siempre sobre toda memoria.
Leer o estar viviendo. Con el sencillo gesto del silencio que se nos cuela en lo más hondo, en el diálogo íntimo de los libros que nos hablan con su voz tan secreta, con el eco certero de otros ecos, hilo que permanece sobre la propia vida transformándolo todo, memoria de los hombres, apuesta claar para crecer al borde del futuro.
Los libros sobreviven en la imaginación de lo imposible: no esclavizan ni matan. No distinguen colores en el alma. No disparan ni hieren. Los libros sólo amarran el conocer sin límites, desatan la mirada, no tiene más cadenas que las de la belleza. Cuando caen en unas manos tan solo esperan devolver sus caricias, abrir sus prestando su experiencia.
Leer o estar viviendo: innegable destino a quien se acerque a los libros y sienta, en la proximidad eterna de sus páginas, la invitación segura y permanente a ser siempre más libres.

ARTÍCULO APARECIDO EN LA PÁGINA 45 DEL Nº 2 DE ‘CAMINAR CONOCIENDO’. JUNIO DE 1993

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