EL MOSTRADOR DE LOS TURBADOS (*)
Por Carlos del Valle
Lejana está ya aquella tarde, cuando en un rincón silencioso y callado de la Biblioteca Nacional, palpaba entre mis manos trémulas aquel viejo manuscrito, curtido en generaciones y centurias, y, lleno de gozo, recreaba mis ojos en la bella escritura gótica tardía, a doble columna, y me deleitaba en las filigranas, a colores, de las primeras páginas. Qué inmenso privilegio, pensaba, tener ante mi aquella preciada joya literaria. El Mostrador de los Turbados, de R. Moisés de Egipto el cordobés, o, como él mismo se llamaba, Moisés, hijo de Maimón, el español (1138-1204), en la primera traducción castellana realizada con esmero y competencia, en un paciente trabajo de varios decenios, por Pedro de Toledo. Cierto que desde Pedro de Toledo, ‘El Enseñador de los Turbados’ al que ahora llamamos generalmente ‘La Guía de Perplejos’, ha sido traducida en la mayor parte de las lenguas cultas y al castellano se cuentan ya dos traducciones más completas y otras dos parciales. Pero la traducció0n de Pedro de Toledo tiene un encanto que no tienen ni tendrán las otras. Aparte del recio castellano viejo y rancio, inimitable e inigualable, Pedro de Toledo vivía en un medio donde aquellos conceptos filosóficos y divinos eran habituales y de ahí el dominio que muestra en su versión castellana.
Así, ahora, se comprenderá la grata sorpresa cuando tuve noticia de que por fin la vieja versión castellana del Mostrador había sido publicada en edición facsímil por Antonio J. Escudero Ríos. El gozo fue inmenso cuando logré tener un ejemplar de la obra, en su grandioso formato original y rememoré aquella emoción primera. Después conocí al editor y entendí cómo se había realizado aquella hazaña, por una especie de fervor que arde en el interior de Antonio J. Escudero, que le religa a su tierra extremeña, en donde hizo la versión Pedro de Toledo.
En la Biblioteca Nacional, en otras muchas bibliotecas, existen tantísimos otros manuscritos, con obras preciosas y preciadas, se apilan en anaqueles polvorientos ediciones raras de libros, todos casi inaccesibles o de muy difícil acceso, que están esperando esa acción redentora de un nuevo editor, de ese mismo cariño como el que ha tenido Antonio J. Escudero Ríos con el Mostrador de los Turbados de Moisés ben Maimón, el español, (el llamado por los cristianos Maimónides)
Seguro que continuará existiendo hoy más de un turbado, de un dubitante, indeciso, zozobrante, perplejo, entre lo que dice la ciencia y manifiesta la razón y lo que predica la religión. A los tales les vendrá de provecho releer con atención lo que Maimónides le decía a finales del siglo XII a sus titubeantes contemporáneos, en esta vieja versión castellana de La Guía de los Perplejos. Maimónides. Edición Facsímil de Antonio J. Escudero Rías (Madrid, 1990)
(*) El autor hace referencia a la ‘Guía de Perplejos’, libro del insigne médico cordobés Maimónides y a la versión romanzada de Pedro de Toledo que, en edición facsímil, ha publicado nuestro entrañable amigo Antonio Escudero, con la que, en su opinión, ha puesto sólo un granito de recuerdo ante el enorme legado cultural de los judíos españoles, y, de paso, rememorar y condenar su injusta expulsión de España. Desde esta página, nosotros también recordadmos y abominamos de aquella obligada diáspora, sin olvidar y por ende condenar, exilios o expulsiones, que otros pueblos. En el pasado o en el presente, sufrieron o sufren.
APARECIDO EN LA PÁGINA 36 DE ‘CAMINAR CONOCIENDO’, Nº 2
Por Carlos del Valle
Lejana está ya aquella tarde, cuando en un rincón silencioso y callado de la Biblioteca Nacional, palpaba entre mis manos trémulas aquel viejo manuscrito, curtido en generaciones y centurias, y, lleno de gozo, recreaba mis ojos en la bella escritura gótica tardía, a doble columna, y me deleitaba en las filigranas, a colores, de las primeras páginas. Qué inmenso privilegio, pensaba, tener ante mi aquella preciada joya literaria. El Mostrador de los Turbados, de R. Moisés de Egipto el cordobés, o, como él mismo se llamaba, Moisés, hijo de Maimón, el español (1138-1204), en la primera traducción castellana realizada con esmero y competencia, en un paciente trabajo de varios decenios, por Pedro de Toledo. Cierto que desde Pedro de Toledo, ‘El Enseñador de los Turbados’ al que ahora llamamos generalmente ‘La Guía de Perplejos’, ha sido traducida en la mayor parte de las lenguas cultas y al castellano se cuentan ya dos traducciones más completas y otras dos parciales. Pero la traducció0n de Pedro de Toledo tiene un encanto que no tienen ni tendrán las otras. Aparte del recio castellano viejo y rancio, inimitable e inigualable, Pedro de Toledo vivía en un medio donde aquellos conceptos filosóficos y divinos eran habituales y de ahí el dominio que muestra en su versión castellana.
Así, ahora, se comprenderá la grata sorpresa cuando tuve noticia de que por fin la vieja versión castellana del Mostrador había sido publicada en edición facsímil por Antonio J. Escudero Ríos. El gozo fue inmenso cuando logré tener un ejemplar de la obra, en su grandioso formato original y rememoré aquella emoción primera. Después conocí al editor y entendí cómo se había realizado aquella hazaña, por una especie de fervor que arde en el interior de Antonio J. Escudero, que le religa a su tierra extremeña, en donde hizo la versión Pedro de Toledo.
En la Biblioteca Nacional, en otras muchas bibliotecas, existen tantísimos otros manuscritos, con obras preciosas y preciadas, se apilan en anaqueles polvorientos ediciones raras de libros, todos casi inaccesibles o de muy difícil acceso, que están esperando esa acción redentora de un nuevo editor, de ese mismo cariño como el que ha tenido Antonio J. Escudero Ríos con el Mostrador de los Turbados de Moisés ben Maimón, el español, (el llamado por los cristianos Maimónides)
Seguro que continuará existiendo hoy más de un turbado, de un dubitante, indeciso, zozobrante, perplejo, entre lo que dice la ciencia y manifiesta la razón y lo que predica la religión. A los tales les vendrá de provecho releer con atención lo que Maimónides le decía a finales del siglo XII a sus titubeantes contemporáneos, en esta vieja versión castellana de La Guía de los Perplejos. Maimónides. Edición Facsímil de Antonio J. Escudero Rías (Madrid, 1990)
(*) El autor hace referencia a la ‘Guía de Perplejos’, libro del insigne médico cordobés Maimónides y a la versión romanzada de Pedro de Toledo que, en edición facsímil, ha publicado nuestro entrañable amigo Antonio Escudero, con la que, en su opinión, ha puesto sólo un granito de recuerdo ante el enorme legado cultural de los judíos españoles, y, de paso, rememorar y condenar su injusta expulsión de España. Desde esta página, nosotros también recordadmos y abominamos de aquella obligada diáspora, sin olvidar y por ende condenar, exilios o expulsiones, que otros pueblos. En el pasado o en el presente, sufrieron o sufren.
APARECIDO EN LA PÁGINA 36 DE ‘CAMINAR CONOCIENDO’, Nº 2
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